Seductor. El camarada que todas quisiéramos tener. Divertido e ingenioso, con mucho mundo. Entregado a los amigos, generoso… Ese hombro sobre el que sueñas recostarte cuando sufres alguna desgracia. Sí, pero…
¡Nunca he visto a un ser humano pasar de una forma tan fulminante de encantador a odioso! Como Yago, empezaste a verter tu sutil veneno en el oído de la infeliz Adara, valiéndote de tu disfraz de buena persona, y con refinada astucia has ido dejando a tu paso un reguero de matrimonios destrozados, reputaciones despedazadas, amistades rotas…
¡Cuanto más hundías la flecha ponzoñosa de tus palabras en la carne de tu víctima, en su pobre alma desorientada, mejor te lo pasabas y, reconozcámoslo, más disfrutaba la audiencia! ¿Maestro Joao? ¿Demonio Joao? ¡Qué pena, cuánto talento al servicio de una causa tan perversa! (Y si todo es comedia… lo has hecho muy bien).