Pilar Eyre

Pilar Eyre

Jordi González
TVE

“Jordi González supera una grave enfermedad”

Pilar Eryre - Avatar
Pilar Eyre

Periodista y escritora

La voz de Jordi González, grave y varonil, tiene un punto irónico marca de la casa, “Pilar del alma mía, esa foto de tu wasap ¿es de tu hijo adolescente?” y ambos rompemos a reír y yo ya sé que todo va a ir bien en esta conversación y en su vida. Es una broma privada porque durante muchos años, cuando a Jordi le fallaba algún invitado en televisión, me hacía sentar a mí como testimonio y me presentaba, “Pilar, como madre de un hijo adolescente…” y aquí venía cualquier tema, faranduleo, drogas, política… Yo ponía expresión de preocupación máxima y pontificaba un rato, aunque mi hijo en esa época a lo mejor ya tenía treinta años. Después de la risa me pongo seria y le pregunto cómo está . Me confiesa con cierto temblor en el tono, él, que es la serenidad personificada, “he pasado mucho miedo”. 

Porque Jordi González ha estado a punto de morirse. “He tenido una neumonía bilateral, esa enfermedad de la que se mueren los papas”. Estaba en Colombia de vacaciones navideñas y de repente se puso a toser, a llorar, le subió la fiebre…  Como cada vez estaba peor, lo tuvieron que llevar al hospital, donde estuvo ingresado dos meses en la Uci, entre la vida y la muerte, con su estado agravado por una complicación renal. En Medellín cambió de hospital y hasta finales de marzo los médicos no lo autorizaron a volar de regreso a España, donde ha estado ingresado unas semanas, aunque ahora ya está en su casa. Lo ha salvado su fortaleza, “pasé momentos muy críticos, creyeron que no lo contaba, pero los médicos me dijeron que había salido adelante porque estaba delgado y porque mi edad biológica es la mitad de los años que tengo, ¡yo también soy una especie de eterno adolescente!” Me río,  “es que La Palmera nos hizo inmortales”.

Una amistad duradera

Porque en ese programa, a finales de los 80, conocí a Jordi González. Él ya era famoso porque había presentado un concurso muy sencillo en radio Barcelona que, con su elegancia despegada pero hipnótica, convirtió en un programa de éxito. Y de ahí, era inevitable, pasó a televisión con un magazine llamado La Palmera (nadie supo nunca el porqué de este nombre). Su director, Xavier Gassió, me llamo un día pare entrevistarme. Mi hijo acababa de nacer, yo tenía sobrepeso y fui con aquella horrible moda ochentera de grandes hombreras y pelo de color rojo rabioso. Ver a Jordi me impactó mucho, ¡sentí un auténtico flechazo! No sé si sería porque era muy joven, porque era muy guapo, porque me dio la mano con mucha fuerza, porque los técnicos, maquilladores y peluqueras lo adoraban o porque me preguntó por mis perros. Con los nervios del novato se me cayó una lentilla y nos pusimos los dos a huronear por el suelo y como solo encontrábamos porquerías -un condón usado, por ejemplo- nos tuvimos que sentar de la risa y esa risa nos hizo amigos para siempre. ¡Qué digo amigos! ¡Nos hizo hermanos! 

Luego nos fuimos a comer, vino también nuestro añorado Hilario López Millán y Jordi todo lo escuchaba con interés, era cálido, afectuoso, era de verdad ¡era auténtico!  Y podías confiar en él a muerte porque era muy discreto, para lo suyo y para los demás, tanto que, años después, en el programa Vitamina N en el que también estaba Marta Torné, Josep Ferré, Torito, Rocco, un día me dijo “el viernes no hay programa porque se casa mi hermano”. Yo le respondí, “qué gracia, se casa el mismo día que el productor”, y me contestó, “es que el productor es mi hermano”. ¡Y llevábamos dos años trabajando juntos!

Rivalidades

Desde ese primer día en La Palmera, Jordi me llamó para todos los programas en los que tenía mando. ¡Cómo echo a faltar aquellos constipados descomunales que he cogido a su lado porque exige siempre que los platos estén a cero grados! Hubo programas serios en los que hablábamos de la Transición con un nieto de Franco como invitado, que se negó a sentarse con Jimmy Jiménez Arnau, y si la cosa no llegó a mayores fue por la mano izquierda de Jordi. O programas noctívagos y locos, entrevistando de madrugada al vidente de las verduras haciendo rituales esotéricos. Sin alardes, sin darse importancia, se fue convirtiendo en el mejor comunicador de España. Todo lo hace fácil y creíble, aun me acuerdo del programa sobre aparecidos que hizo con Anne Germain y gracias a él y la seriedad de obispo con que tocaba el tema nos creímos que aquella buena señora era médium y hablaba con los muertos. Culto sin pedantería, se gasta su dinero en libros y viajes, en una época coleccionaba relojes de cierta marca, “pero de repente dejaron de gustarme, opté por no atesorar cosas y me desprendí de muchas posesiones materiales”. Creo que ese momento coincidió con la muerte de su madre, una herida que nunca ha acabado de cerrarse.

 

Todos los equipos con los que ha trabajado hablan bien de él, ha sido inspiración de muchos presentadores más jóvenes, como Jorge Javier Vázquez, pero su enorme éxito hizo que sugieran ciertas rivalidades con otras estrellas de la cadena, como con María Teresa Campos, por ejemplo, que el día de la boda de Belén Esteban le giró la cara cuando iba a besarla. Pero Jordi no habla mal de nadie, no sabes si por bondad o porque en el fondo casi todo le importa un pito, y me dijo cuando quise que me cotilleara, “no me di cuenta, le tengo gran admiración”. Hace unos años le tuvieron que operar de urgencia por un desprendimiento de retina, pero salió adelante por su enorme fuerza de voluntad y porque es muy disciplinado. Lo sigue siendo, está llevando a cabo una dura rehabilitación con un fisioterapeuta porque tantos meses de cama le han pasado factura, y el neumólogo le ha dicho que su recuperación pulmonar ha sido completa. Está rodeado de amigos y de sus tres perras, Ginebra, Lola y Antonia, hablo con él y lo noto exultante, “estoy al noventa por ciento, ya falta muy poco, tengo muchas ganas de trabajar”.  Vuelve pronto, amigo, la televisión está huérfana sin ti… y nosotros también. ¡Tenemos hambre de Jordi!