Mayka Navarro

Mayka Navarro

Aleix Álvarez Prieto
Redes Sociales

Un terrorífico juego de dominación que acabó en muerte

Antes de empezar, querida lectora, debe usted saber que todo lo que aquí se cuenta es real. Por muy increíble que parezca, no es obra de un guionista, ni es el argumento de una película de terror.

El caso que nos ocupa está protagonizado por una mujer, Montserrat Nin, que encarna la maldad en toda la complejidad del término. En estas mismas páginas hemos escrito de otras mujeres que protagonizaron sucesos atroces, Ana Julia Quezada, Rosa Peral, Mari Ángeles Molina (Angi), María Jesús Moreno (Maje)… pero la presunta asesina que nos ocupa ha sido definida durante el juicio que se ha celebrado en Barcelona como psicópata, narcisista, maquiavélica y sádica.

Cuatro conductas de la personalidad que definen su manera de ser y que los psiquiatras definen como ‘tetra oscura’, o maldad en términos no científicos.

Crueldad y sadismo 

Montserrat Nin está acusada del asesinato y torturas continuadas de Aleix Álvarez Prieto, un buen hombre de 43 años y padre de un niño pequeño, que apareció muerto en su casa la Semana Santa de 2023. Alguien le atravesó el corazón con un cuchillo de cocina que le provocó la muerte. Pero mucho antes, la víctima fue maltratada, vejada, humillada, agredida, insultada, amenazada y deshumanizada hasta niveles escalofriantes.

Un proceso de destrucción psicológica, física y social que la acusada documentó rigurosamente en grabaciones de audio y vídeo que guardaba como un trofeo en sus teléfonos móviles. 

Los Mossos d’Esquadra de homicidios de la Región Policial Metropolitana Sur de Barcelona localizaron 670.000 archivos de imágenes y voz en los teléfonos de la acusada. “Todo un manual del mal”, describió el fiscal Manuel Sancho. El Ministerio Fiscal pide para la acusada 34 años de cárcel, mientras que la acusación particular, en nombre
de la madre, la hermana y el hijo de la víctima, solicita la prisión permanente revisable. 

Las sesiones en la sala del jurado popular del solemne edificio de la Audiencia de Barcelona se hicieron en algunos momentos insoportables. El primer día el fiscal ya advirtió a los nueve miembros del jurado que se enfrentaban a un caso excepcional. ¿Por qué? Por la crueldad, aseguró, con la que la acusada trató a su víctima. Aleix y Montserrat tuvieron una breve relación sentimental de apenas tres meses en el 2021.

Se conocieron en una aplicación de citas. La relación se rompió porque enseguida llegó el control, el sometimiento, el intento de manipulación y las primeras agresiones físicas. La familia de Aleix respiró tranquila cuando supo de la ruptura. Durante el juicio admitieron sin tapujos que aquella mujer de apariencia dulce y buenas palabras no les gustaba. Entre otras cosas, porque notaban que Aleix empezaba a no ser el mismo desde que estaba con ella.

Una huésped letal 

Aquella relación se rompió, pero ella no rompió el contacto del todo. Mantuvo los mensajes, y al cabo de un año aseguró al hombre que ella había cambiado y que era consciente de los errores que había cometido para que no funcionaran como pareja. Pero aún así, lo quería mantener como un buen amigo. 

Una interlocución que fue a más hasta que en diciembre del 2022 ella responsabilizó a Aleix de que la hubieran echado del piso en el que vivían. El hombre, que justo en esos momentos había verbalizado su deseo de recuperar la relación sentimental con la madre de su hijo, acogió en su piso de Ripollet a Montserrat hasta que ella encontrara otro lugar en el que vivir. En el momento en el que la mujer atravesó la puerta de esa casa, el hombre, sin saberlo, firmó su sentencia de muerte. 

Apenas podía dormir 

Poco a poco, la mujer sometió a su víctima a todo tipo de torturas físicas y psicológicas para desestabilizarle y romperle literalmente por dentro. Logrando, además, aislarle por completo de su entorno laboral, familiar y social para que nadie pudiera acudir a su rescate.

Los primeros días, Aleix apenas dormía, ni comía hasta el punto de que tuvo que pedir la baja de la Seat, donde trabajaba en un taller de chapistería desde hacía años. Lo siguiente fue de una crueldad indescriptible. El jurado pudo visualizar y escuchar algunas de las grabaciones seleccionadas por los mossos.

Durante cinco horas, las pantallas de la sala de la Audiencia de Barcelona presenciaron de qué manera se destruye a un ser humano. En las primeras imágenes se veía a Aleix que aún respondía a las insinuaciones y amenazas de Montserrat, para, poco a poco, alcanzar solo a verbalizar vocablos, asentir a todo lo que ella le exigía y pedía.

Y, en uno de los momentos más atroces, se escucha al hombre como hasta en cinco ocasiones graba un mensaje de voz en el que pide “por favor” que un sicario mate a su hijo si no hace las cosas como Montse quiere. Terrorífico.

Grabaciones en las que la acusada acerca el teléfono móvil a la oreja ensangrentada de la víctima, mientras el insulta, humilla y veja en voz alta. Otras en las que le grita como si fuera un perro, que se siente, que dé una vuelta o que coja una galleta. O imágenes en las que le obliga “si me aprecias” a estar de cuclillas mientras él le pide por favor descansar porque le duelen los pies.

Testimonio desmontado

En su declaración, la acusada aseguró que quería muchísimo a Aleix, que era su mejor amigo, pero trató de dibujar a un hombre contradictorio, oscuro, obsesionado con el sexo y participante habitual de orgías en las que se practicaba el sado.

Los siguientes testimonios tiraron por el suelo las fabulaciones de la mujer. La víctima era un apasionado de la música, divertido, feliz y disfrutón, un excelente hijo que estaba loco de amor por su hijo y que cayó en las redes de una presunta asesina. 

No fue capaz de denunciar 

Esa destrucción humana de Aleix que el jurado visionóen la sala a través de los videos y los mensajes grabados por la acusada es lo que ocurre a diario en cientos de hogares de las víctimas de la violencia machista. Aleix, como muchas mujeres, no denunció, ni contó a nadie el infierno que estaba sufriendo, ni pudo salir corriendo. No fue capaz. Como otras tantas que acaban siendo asesinadas. Con la diferencia de que esta vez la acusada documentó toda esa manipulación y sometimiento, dejando un testimonio gráfico y sonoro insoportable.

Un cambio de versión 

Ella, como era de esperar, se acogió a su derecho de dirigirse a los miembros del jurado en el turno de la última palabra. Sollozando sin lágrimas, sacando de dentro esa voz dulce e inocente, les aseguró que ella quería a Aleix, que siempre fue su mejor amigo, y que seguramente hizo cosas mal durante una relación que calificó de rara.

Pero “yo no le maté”, aseguró, contradiciendo lo que ella misma declaró el primer día del juicio cuando dijo que no recordaba haberle clavado el cuchillo en el corazón. “Si lo hice no me acuerdo”, dijo. 

Nadie sabe el infierno que soportó Aleix durante los tres meses que convivió en su casa con la mujer que se juzga. El miedo que tuvo que sufrir y el dolor que sentía y que lo inmovilizaba. En su memoria y en la de todas las víctimas. Descansen en paz.