Al final todo se ha quedado en un susto, pero vaya susto. Ya ha confesado Terelu que las hermanas estaban últimamente un poco preocupadas por la salud de su madre de ahí que el contratiempo sufrido por Teresa no les ha pillado por sorpresa. Muchos se aventuran ahora a pronunciar el “se veía venir”, “te lo dije” y frases por el estilo. Yo soy más prosaico y pienso que las cosas suceden y punto. Soy de los que le he dicho muchas veces a Teresa que no se debería tomar las cosas tan a la tremenda, que debería pasar más del qué dirán, disfrutar de lo que tiene y no darle tanta importancia a lo que opine gente que no la conoce. Y mientras estoy escribiendo esto me pregunto quién soy yo para endosarle esas recetas cuando mis propios amigos me repiten una y mil veces que no debería comerme la cabeza con chuminadas que no me llevan a ningún sitio. Todos llevamos un psicólogo dentro que funciona a la perfección para los demás pero nada para nosotros mismos. Se nos da mejor vivir la vida de los otros que la propia. Desperdiciamos el tiempo aconsejando al vecino pero somos incapaces de encontrar solución a nuestras comeduras de tarro. Vivimos vidas equivocadas. Para ser felices, deberíamos ser constantemente otros. Reapareció Terelu el viernes en Sálvame Diario y se estremeció al pensar cómo la vida nos puede cambiar en un segundo. Del ser al no ser. Del estar al no estar. Nos levantamos pensando en el mañana cuando lo único que tenemos es el aquí y ahora. Pero aunque recibamos golpes que nos dejen secos no aprendemos. El domingo voy a ver a Teresa y vuelvo a casa muy tranquilo. La encuentro muy animada y con ganas de reírse. Buena señal.