Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Jorge javier sandra barneda

"Una vez metido en harina me dejo llevar y hago un poco el gamberro con Sandra Barneda"

A primera hora de la tarde del viernes nos convocan a cincuenta y tres presentadores de Mediaset para celebrar el veinticinco aniversario de Telecinco. Lo reconozco: cuando me lo comunicaron intenté zafarme por todos los medios porque los viernes los dedico a reponer fuerzas para el ‘Deluxe’. Incluso me cabreé un poco, para qué vamos a andar con tonterías. Pero una vez metido en harina me dejo llevar y disfruto porque me gusta coincidir con mis compañeros. Me lo paso bien. Echo unas risas con Jordi González y ‘GH VIP’, comparto confidencias con Ana Rosa y la Milá, hago un poco el gamberro con Sandra Barneda y Raquel Sánchez Silva y aprovecho para decirle a Sara Carbonero que no entiendo que la afición del Madrid pite continuamente a Casillas.

 

Yo supongo que no todos los compañeros que formamos el grupo nos caemos bien pero tenemos muy claro que es mucho mejor que los programas que se emiten en la cadena funcionen a que sean un fracaso. La fortaleza de mis compañeros también rebota en la mía. Esto que es algo tan sencillo de comprender no lo tienen muy claro en los partidos políticos y mucho menos en el PSOE.

 

Voto a los socialistas desde hace años pero me sacan de quicio sus luchas internas. No entiendo que, existiendo un líder, haya una camada de compañeros –por llamarlos de alguna manera– dispuesta a hacerle la cama. Por cierto: me encanta Ángel Gabilondo. Las maniobras de Pedro Sánchez no parecen tan alocadas por mucho que a algunos de su mismo partido se lo parezcan.

 

A las seis de la tarde recibo una llamada de mi madre diciéndome que por qué no he estado en la fiesta de aniversario de mi cadena. “No hija, no –le explico–, es que he acabado mi parte y me he venido corriendo a casa para meterme en la cama y descansar un poco”. “¡Ah!, como ha ido la Paz Padilla con las cámaras del ‘Sálvame’ y tú no estabas”. La Mari, preocupada porque a su hijo no le hubiesen convocado. Qué ternura.

 

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