No sé por qué antes me encantaba y ahora está entrando en el terreno de mis ‘ni fu ni fa’. Me atrapaba su inocencia asilvestrada, su alegría escasamente elaborada y la construcción de un universo religioso tan particular en el que solo parecía que era pecado lo que a ella y a su familia le convenía. Pero de un tiempo a esta parte Tamara se nos está quedando lacia, casi mustia. Cumple años pero esa personalidad tan ‘naif’ que me cautivó no sólo no avanza sino que va para atrás, como los cangrejos. De ‘naif’ se ha convertido en infantil y eso, a sus años, está empezando a rozar lo preocupante, por no utilizar un término más cruel. Para empezar a cuestionarse algunos conceptos vitales no estaría mal que Ylenia la secuestrara un fin de semana y le presentara los ‘afters’ más destroyer de Madrid. Y a partir de ahí, si vemos que tal, ya hablamos.