Saca un libro de memorias Miguel Bosé y no tengo ningún interés en echarle un vistazo

Acostumbrado a mirar por encima del hombro al resto de la humanidad, su actitud se ha recrudecido desde el coronavirus. Negacionista convicto y confeso, tacha de ignorantes a los que no están de acuerdo con su actitud.

Parece mentira que una persona que se ha relacionado con tanto mundo acabe siendo tan cenutrio. Él ha pasado por una vida apasionante, pero esa vida no ha dejado ninguna huella en él. De poco le ha servido alternar con Picasso, Orson Welles o la madre que parió al demonio.

 Miguel, coñazo supino, se ha empeñado en cargarse todo su posible legado y lo está haciendo a la perfección. Lo que antes nos parecía una carrera musical brillante, ahora empieza a resultar insoportable. 

Es lo que tiene ir dando lecciones de vida al mundo desde que sale el sol hasta el ocaso. Si no eres una persona con fuste –está claro que él no lo es–, se te acaban viendo las costuras. Miguel escribe sus memorias y la pregunta es: ¿para qué? Mejor le hubiera venido invertir todo ese tiempo perdido en formarse mínimamente para dejar de soltar patochadas inmundas y perjudiciales.

Por cierto, dejemos de alabar su ambigüedad y llamémoslo de una vez por su nombre: cobardía.