Romeo, el último galgo que hemos adoptado, continúa con su proceso de adaptación. Por ahora se acerca más a P. y a mí eso me da mucha rabia aunque intento ocultarla. Me mantengo en un discreto segundo plano esperando mi oportunidad para abrazarlo sin descanso. Por ahora el tío no se deja. Como dice el bolero, esperaré a que sienta lo mismo que yo.