Quién me iba a decir a mí que me iba a alegrar con la aplastante victoria del PP en Andalucía. Cuando la mayoría absoluta no se la quitaba nadie me fui a dormir tranquilo. No, no es que me esté preparando ya para el posible cambio de chaqueta de cara a las elecciones del 2023. Soy de izquierdas y seguiré votando a la izquierda, que no sé cómo se las va a apañar de aquí en adelante. Pero preveo catástrofe si no se muestran como un bloque compacto. Las peleas de patio de colegio que tiene la coalición desmoralizan hasta al más optimista. Feliz porque el PP pueda gobernar él solito y haya dejado fuera a otros. Y muy contento porque haya ganado un señor que no se caracteriza por estar todo el día a la gresca contra todo bicho viviente que no sea de su cuerda. No han ganado los míos, pero con la que se podría haber liado es como si lo hubieran hecho. Hay lugar para la esperanza.