Pongo en duda que Gianmarco ame a Adara

En el plató, su hermano Luca me afeó que sometiera a Gianmarco a un interrogatorio policial, se levantó y amenazó con llevárselo del plató. No me gustó el numerito de Luca, fue innecesario y demasiado agresivo. Gianmarco balbuceó que si su hermano se iba él también lo haría. Y hoy viernes 8 de noviembre a las 13.08 horas y después de pensarlo con frialdad y detenimiento creo que no obré bien.

Fui demasiado condescendiente, y si tan mal se sentían tratados, debí darles toda la libertad del mundo para que abandonaran el plató. Pero el juego bronco de Luca me descolocó y reconozco que llegué a casa con muy mal sabor de boca. Lo que se planteaba como una noche en la que iba a triunfar el amor acabó con un montón de interrogantes de difícil solución. Poco importa ya que Gianmarco el domingo confiese que está profundamente enamorado de Adara. Cuando se habla de sentimientos, lo que cuenta es lo que se dice en caliente y no lo que surge tras unos días de reflexión. Decía Gianmarco que debía respetar la posición de Adara. Al principio, me tragué esa trola. Pero cuando a un muchacho de 23 años le dices que tiene vía libre para seguir adelante, lo primero que hace si está verdaderamente enamorado es proclamarlo a los cuatro vientos y brindar por la vida.

Pero aunque me empeñé en explicarle que Adara ya no estaba con Hugo y que este ya no la consideraba su pareja, Gianmarco seguía en sus trece. Lo siento, pero a esa edad el amor no entiende de fronteras.

Hoy viernes no he podido dejar de pensar en una de mis películas favoritas, ‘Memorias de África’. Meryl Streep está casada con Klaus Maria Brandauer, pero se enamora de Robert Redford. En una fiesta, Brandauer se acerca a Redford y le dice: “Tendrías que haber pedido permiso”. La respuesta de Redford es antológica: “Ya lo hice. Se lo pedí a ella”. La tibieza de Gianmarco lo catapulta al abismo de la duda. No existe certeza en su comportamiento ni en sus sentimientos. La expulsión de Gianmarco lleva, además, aparejada una excelente noticia: con un poco de suerte no tendremos que volver a ver a Luca Onestini.

El equipo que ha tratado con él lo está celebrando como si no hubiera un mañana. “Se creía Marcello Mastroianni y Marcello solo hay uno”, me dice una compañera. “Exacto. Como Jorge Javier Vázquez”, remato yo. Y nos descojonamos.