Llevo semanas queriendo hablar de ella porque me gusta todo lo que proyecta. No descubro la sopa de ajo si escribo que tiene un físico espectacular pero lo que atrapa de ella es que no va de buenorra.

 

A sus veintiséis años tiene ya muchísimas tablas, desparpajo y una aparente seguridad que le permite enfrentarse a la cámara sin ningún sentido del ridículo. En 'Zapeando' se las hacen pasar canutas y ella se enfrenta a los retos sin complejos. No la conozco pero intuyo que no pone objeciones a participar en los juegos que le plantea la dirección, o sea, que como colaboradora debe ser un bombón.

 

Cristina se encuentra en un momento álgido de popularidad: todo el mundo parece quererla y ocupa los primeros puestos en los rankings de cualquier cosa buena. Ahora tiene que dedicarse a disfrutar y a gozar con todo lo bueno que le está sucediendo. No sería de extrañar que de un día para otro, con la excusa de cualquier chuminada, comenzaran a lloverle palos de manera inmisericorde. Que no se apure. En España toleramos poco el éxito permanente, somos muy de pisotear a quien nosotros mismos encumbramos. Comenzamos demasiado pronto a arrugar la nariz cuando al de al lado le van bien las cosas. En el caso de que eso le sucediera, Pedroche debe respirar hondo y aguantar el tirón. Televisivamente hablando es una profesional de largo recorrido.