Parece que ya es oficial que se quieren cargar ‘Sálvame’. Sabemos que es un programa incómodo, que desquicia a mucha gente, pero no logro entender cómo todas esas personas que lo detestan no poseen la capacidad de pasar de él. Está científicamente comprobado: aquellos que más lo odian son incapaces de dejar de verlo.



 

Se produce así una situación inquietante: los individuos que sueñan con su desaparición se plantan cada tarde frente al televisor para llenar su depósito de rencor y así poder seguir tirando. El odio da mucha marcha. Es una manera de enfrentarse a la existencia, pero no la nuestra. Preferimos navegar en la alegría.

 

Todos los que trabajamos en ‘Sálvame’ nos levantamos pensando qué tenemos que hacer para que la audiencia nos siga acompañando masivamente año tras año. Si hay algo que nos ha preocupado desde que empezamos el programa es no caer en la monotonía, ir siempre un paso más allá en el universo del entretenimiento, no dormirnos, tener claro que los que nos ven son espectadores exigentes que pueden largarse a las primeras de cambio si advierten en nosotros síntomas de pasotismo.

 

Desconozco cuánto me queda de vida televisiva pero lo que sí tengo muy claro es que va a ser muy complicado que aparezca en mi carrera un proyecto tan apasionante como ‘Sálvame’. Es un programa adictivo y exigente. Ya forma parte por muchísimas razones de la historia de la televisión pero un programa tan difícilmente controlable como este no puede resultar del agrado de cierto sector de la población.

 

Desde que advertimos que corríamos peligro se han sucedido numerosísimas muestras de adhesión. Muchísimas gracias desde aquí. La desaparición de ‘Sálvame’ no significaría solamente decir adiós a un programa y eso es lo que está entendiendo muchísima gente. Ante la adversidad, unión.

 

El jueves por la noche, después de acabar el programa, todo el equipo nos quedamos para rodar nuestra particular felicitación de Navidad a los espectadores que tarde tras tarde nos premian con su complicidad. Me descubro ante mis colaboradores: hacía un frío que pelaba pero aguantaron estoicamente las tres horas de grabación. Saben que nos jugamos mucho. Y es que aunque a muchos les repatee, ‘Sálvame’ también ha formado su propia familia. Y nos repatea que la quieran resquebrajar.