P. y yo decidimos echarnos al monte el fin de semana. Literal. Con Cartago y Lima. A celebrar la gran audiencia del ‘DeLuxe’ y lo bien que estuvo mi amiga Mila Ximénez.

Cuando éramos una joven pareja sin cargas familiares nos echábamos a la calle con mucha facilidad. Ahora que somos padres de dos perros la logística resulta algo más complicada. Las camitas de los perros, los bebederos, el pienso, las latas que les damos los domingos de premio, las chuches... En cualquier caso, voy yo más cargado que ellos: crema de día, crema de noche, crema corporal, pastillas para la memoria, contra el envejecimiento celular, para fortalecer el pelo, ampollas revitalizantes, complementos alimenticios, la férula para combatir el bruxismo, el Mac Book, la cámara de fotos, el Ipod y los cascos por si me harto de escuchar a P.. Después de almorzar salimos para un hotel de la provincia de Toledo y nada más llegar vamos a pasear por el campo con los niños. Los dejamos sueltos. De repente, avistan un gato negro y corren detrás de él que se las pelan. El gato escapa encaramándose a las ramas de una encina. Resultado de la contienda: Lima sangra por una oreja y P. tiene que pedir algodón y alcohol para desinfectar la herida. Además, cojea de una pata. Pienso, y me pongo triste, que si su dueño fuera un cazador desalmado se hubiese librado de ella tirándola a un barranco. El fin de semana transcurre entre paseos y menús de 14 platos. Tras uno de ellos P. decide hacerse una lipo y yo me niego. “¡Pero si tú te has hecho ocho!”, responde en plan gallito. Estoy a punto de tirarle un vaso de vino a la cara pero reprimo mi ira porque aparece un inmenso carro de ‘petits fours’. Además, no me he hecho ocho, sino solo tres. Y recuerdo que durante la última, mientras yo estaba en el quirófano, me envió un mensaje precioso que leí nada más despertarme de la anestesia y me emocionó. Me dan ganas de operarme otra vez a ver si lo vuelve a hacer. Antes de volver a Madrid, los perros se encuentran de nuevo con el dichoso gato. Esta vez es Cartago quien vuelve con un arañazo y la pata coja. No sé si ha sido buena idea sacarlos de casa.