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Es feliz, aunque a veces se olvida porque le gusta enfurruñarse, cabrearse, pegar un zapatazo, un manotazo al aire, un bufido. Vamos, que me acabo de dar cuenta de que es como ese soneto de Lope de Vega que describe el amor. Acaba de lanzar unas cremas con su nombre –Kisé by Mila Ximénez– con lo cual se coloca al mismo nivel de las estrellas del mundo del corazón. No hay escalera sin barandilla ni diva mediática sin línea de cosméticos. El viernes entro en maquillaje y saludo a Lydia con alegría. Escucho una voz que dice: “Y a las demás que nos parta un rayo, ¿no?”. Es Mila. No la había visto, la tapaba una maquilladora. Me hace gracia que sea tan acaparadora con el cariño de la gente a la que quiere porque yo soy igual.