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El domingo voy a ‘Qué tiempo tan feliz’ a promocionar “Miguel de Molina al desnudo”. Llego un poco inquieto porque el viernes se habla en el Deluxe de Terelu y no siempre bien, así que desembarco en el plató esperando que me caiga el chaparrón del siglo.
No es eso lo que sucede sino que Teresa me recibe muy cariñosa y me hace pasar una tarde de domingo súper agradable. No me gusta que Teresa sufra. No me gusta verla disgustada. Me gustaría ser capaz de explicarle que el hecho de que Terelu provoque tanta controversia es beneficioso para ella porque lo peor que te puede suceder en este negocio es pasar inadvertido.
Pero también entiendo que a una madre le cueste comprender que el que una hija reciba críticas puede llegar a ser bueno para su carrera.
Cosas que me gustan de Teresa Campos: le puedes hacer la mayor jugarreta del siglo y se cabreará contigo como si no hubiera mañana. Pero también es verdad que el cabreo puede llegar a durarle una semana. Conozco a poca gente con tan escasa facilidad para vivir anclada en el rencor. Y eso es algo que me hace mucha gracia de ella: que se olvide del motivo por el que un día estuvo enfadada con alguien.
Y ya que estamos hablando bien de Teresa, sigo. Me gustaría recordar que en sus equipos de trabajo siempre mantuvo a gente muy poco competente a la que no fue capaz de echar porque sabía que sin la protección de su manto no los iban a querer en ningún sitio. Creo que eso dice mucho de su generosidad.