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Aprovechamos el puente para volver a Lisboa, que hace algunos meses que no la vemos y la echamos de menos. Viajamos con Mila, que no conocía la ciudad y se ha quedado, como no podía ser de otra manera, fascinada. ‘Supervivientes’ ha sido mano de santo para Mila. Antes se tomaba las cosas del trabajo tan a pecho que se llevaba unos sofocones tremendos, pero su paso por el reality le ayudó a tomar distancia y a relativizar. A mí me gusta provocarla para que se cabree lo justo y se coja unos rebotes pequeños, que se le van al momento. A veces pienso que me gustaría que se echara un novio, pero como soy tan egoísta prefiero que siga soltera, porque así la podemos disfrutar más tiempo. A la una hemos quedado con ella para salir a almorzar. Lisboa, pareja y amigos. La felicidad era esto.