Por primera vez en mi vida no pienso qué sucederá el día de mañana. Llevo escuchando hablar del futuro desde que era bien pequeño: mi padre era de los que siempre hablaba del mañana, de hacerse un hombre de provecho, de pensar en los próximos años.


Ya no lo hago. Ni personal ni profesionalmente. Si algo me ha enseñado la experiencia es lo absurdo que resulta hacer planes a largo e incluso a medio plazo. Ahora, con esto del aniversario de ‘Sálvame’, muchos compañeros me han preguntado que cuánto tiempo voy a aguantar en televisión, pero no tengo respuesta para eso. Lo que sí tengo claro desde hace tiempo es que quiero ser yo el que me vaya. No quiero que me echen. Llegado el momento me gustaría tener la lucidez necesaria para recoger los bártulos, largarme a mi casa e instalarme en el olvido. Sería una buena manera de acabar mi carrera.