Es uno de los alumnos veteranos de mi escuela, Laboratorio de la Voz. Cuando me enteré de que iba a presentarse a ‘La Voz’ me inquieté. Cuando se es tan joven como él es muy difícil gestionar un revés. Por mucho que te consuelen diciéndote que tienes todo un futuro por delante corres el riesgo de que se instale en ti una sensación de fracaso. Por eso me alegro tantísimo de que Maverick haya llegado tan lejos. Llegó a la escuela con las ideas muy claras. Toda su familia se había trasladado a Madrid para apoyarle en su sueño y él era consciente de que no podía defraudarles. Es un alumno trabajador, serio, incansable, atento. Su tercera posición en ‘La Voz’ es un premio al talento y al esfuerzo de Maverick. Pero también me gusta pensar que parte de ese premio se lo merecen sus padres por apostar por su hijo. Lo tienen claro desde hace muchos años. No se han equivocado.