Se hizo el viernes un polígrafo y temblaron los audímetros. Arrasó en audiencia y destruyó sin misericordia lazos familiares. Dibujó a su hermana como una muchacha malcriada, egoísta y caprichosa, incapaz de mirar más allá de su ombligo. Y colocó a Francisco Rivera en el disparadero, bien a tiro, para rematarlo mediáticamente en sucesivas entregas si su economía no mejora. Porque Kiko fue claro: se sentó en el ‘Deluxe’ por necesidad, y por necesidad destapó la inquietante personalidad de su hermana y la inexistente relación que mantiene con Fran. No sólo eso, sino que dejó bien claro que no tendrá reparos en diseccionarlo públicamente si la necesidad acucia.

 

Quedó también tocada Raquel Bollo: según la máquina de Conchita, el hijo de la Pantoja considera que Raquel se aprovecha de su madre. A Bollo no debe extrañarle semejante respuesta. Los miembros del clan Pantoja consideran que la familia es una empresa y los tertulianos que la defienden trabajadores que cobran en las televisiones por llevar a cabo semejante cometido.

 

El polígrafo de Kiko tuvo dos partes bien diferenciadas: en la primera, durante la formulación de las preguntas, se explayó y fue una máquina de lanzar titulares. Atención porque ya empezó a vislumbrarse que el bloque formado por Doña Ana –la madre de la Pantoja­- y Tito Agustín no se lleva con Isabel II. Pero ya en la resolución del polígrafo, Kiko se revolvía inquieto en el asiento. La excusa era que tenía un bolo en Cáceres pero yo intuyo que queria largarse porque había decidido que bastante material había ya ofrecido esa noche. Que mejor esperar a un segundo ‘Deluxe’ para seguir dando guerra y contribuir así a rebajar sus deudas.