"Fran Nicolás está fascinado por el oropel aunque esté tan apolillado como los trajes de época de Cornejo"

Jose Jiménez

28 de enero de 2016, 12:18

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Confieso que siento especial predilección por personas de este perfil. Seres en permanente estado de gracia que poseen una seguridad en sí mismos asombrosa. Escuchar sin prejuicios a Carmen López significa entrar en un importante estado de catatonismo. Se te van abriendo los ojos cada vez más hasta que se te queda una cara de pasmado importante. Los cuerdos comentaristas televisivos que analizan el estado mental de los demás –Ylenia y demás personas sensatas- creo que han dictaminado que Carmen no está muy fina. No diría yo tanto, pero  por si acaso no quiero acercarme mucho a ella porque son de las que a la que te descuidas te meten en un lío importante. Al lado de Carmen, el pequeño Nicolás es un principiante. El muchacho está fascinado por el oropel aunque esté tan apolillado como los trajes de época de Cornejo. Codearse con alguien conocido de la política es para él una inagotable fuente de orgasmos. Desprecia a Letizia Ortiz porque  forma parte de ese mundo frívolo que es el de la realeza consorte. Donde esté una Ana Botella o una Esperanza Aguirre que se quite todo lo de más. El pequeño Nicolás se desenvolvía bien como el juguetito de la recalcitrante derecha española pero una vez que esa derecha se ha hartado de él le auguramos un futuro escasamente prometedor. Debería probar suerte como Toy Boy en la Costa Azul. O para empezar, en Magalluf.

 

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