Cuando pensé que con Tinder me había sucedido de todo, he aquí una nueva historia que me deja totalmente descolocado. El sábado por la mañana, empiezo a hablar con un muchacho que vive en Londres. Publicista, no le importa que sea mayor que él. No le importa que sea más bajo que él. Parece que hacemos gracia. El muchacho es impresionante. Nos intercambiamos cuentas de Instagram y, tras ver el mío, recibo un mensaje que me dice: “¿821.000 seguidores?”. “Lo siento, lo siento” le respondo. Como si me hubiese pillado en alguna falta. “No, no, no tienes que decir lo siento. Pero perdona que sea tan rudo: jamás me había pasado algo así y me da miedo”. Acto seguido desaparece de mi Tinder y me bloquea en Instagram.