El viernes por la noche comienzo a ver en Netflix ‘El caso Alcàsser’. Duele recordar aquella historia que tanto nos conmovió porque, entre otras cosas, nos hizo recordar que el mal existe. Que hay gente tan contaminada por él que puede provocar auténticas catástrofes. Ver cómo los padres de las tres niñas desaparecidas se enfrentan al dolor es insoportable. Los asesinos no solo se llevaron por delante la vida de tres adolescentes sino que arrasaron también con otras muchas. ¿Cómo seguir viviendo después de lo que sucedió? Comienzo a ver el segundo capítulo de la serie y, a los pocos minutos, tengo que quitarlo. Estoy solo en casa y no me encuentro cómodo. Empiezo a sentir miedo cuando se inicia la búsqueda de los asesinos y empiezan a salir las primeras imágenes de los sospechosos. Qué sórdido todo. Qué tenebroso. Qué injusta es la vida. Hoy, a la luz del día, intentaré seguir viendo el espléndido trabajo que se ha llevado a cabo con esta historia más de veinte años después.