¡Cómo no voy a adorar el teatro si gracias a él voy a poder ver a mi madre!

Cómo no voy a adorar el teatro si gracias a él voy a poder ver a mi madre. Es sábado y me toca actuar en el Zorrilla de Badalona. Cuando yo era pequeño estaba cerrado, abandonado. En el mismo edificio había un salón de recreativos con muy mala fama, no sé yo si el espacio pertenecería o no al teatro. Con los años se recuperó y lo han dejado precioso. Quién me iba a decir a mí cuando pasaba por delante de esos recreativos que iba a acabar actuando ahí. Qué bonita la vida cuando decide no darte muchos zarpazos.

Mi madre me ha llamado esta mañana para preguntarme qué quería comer, aunque ella ya tenía el menú preparado: judías verdes, rape y gambas. Después de comer le preguntaré si hay algún pastel de Can Comas. Entonces ella me dirá que no ha comprado nada porque siempre estoy a dieta, pero quizá vaya a la cocina y con una sonrisa triunfante saque alguna cosa. Me conoce: de primeras siempre digo que no, pero luego no me cuesta decir que sí. Soy muy facilón, qué le vamos a hacer. Estará también mi hermana Ana, que está todavía con la zozobra en el cuerpo porque su marido, Eduardo, ha tenido un contratiempo de salud. Afortunadamente, todo se ha quedado en un susto, pero ahí está otra vez la vida avisándonos de que la juerga se puede acabar en cualquier momento. Vendrán a verme al teatro familiares y amigos. ¡Qué ilusión me hace!