Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

carmen rigalt

Carmen Rigalt es una especie de periodista en vías de extinción

Que un periódico prescinda de Carmen Rigalt no dice nada malo de ella sino del medio, que ahonda en su proceso de descomposición y se encamina de manera irremediable hacia la nada. Ese periódico se olvidó hace años de informar y se ha convertido en voz de la derecha, de la extrema derecha e incluso de la de más allá.

Un periódico que cuenta con tantos articulistas que enaltecen a Cayetana Álvarez de Toledo dice muchísimo de él. De sus principios y, sobre todo, de su final. Un final, por cierto, tan cercano como previsible, si es que no se ha producido ya. Decidir no contar con alguien como Carmen Rigalt es todo un alivio para ella porque no creo que una profesional de su valía se encuentre a gusto en un periódico que es de todo menos eso.

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Jorge Javier Vázquez y Carmen Rigalt

Es un club social, una pasarela de vanidadesque sirve para que empresarios ajenos al periodismo alternen con el poder y vean la vida pasar entre campeonatos de pádel y comidas de negocios. Carmen Rigalt es otra cosa, una periodista. Cuidado, que se dice pronto. Pero no os creáis: es una especie en vías de extinción, un elemento que ya no abunda, una firme representante de un oficio del que van quedando ya muy pocos.

Porque ahora, reconozcámoslo, es difícil encontrar a un periodista de verdad. Quizás porque sean otros tiempos, pero se lleva otra cosa: una persona que siembre el pánico en un plató, un terrorista no ya de la información sino de la opinión, alguien que escupa tuits sin pestañear y a poder ser con coche para que le dé tiempo de ir de un plató a una emisora de radio para volver luego otra vez a un plató a continuar vomitando bilis. La Rigalt, ya digo, es otra cosa. Es un lujo tan preciado como el tiempo pero ahora los que contratan tiran más por el bolso con las iniciales de la marca bien grandes. Les tira más la evidencia que la sutileza.

Carmen Rigalt trabaja como las arañas, tejiendo historias que te atrapan por bien escritas, sensatas, lúcidas y que a veces escuecen porque te obligan a reconsiderar planteamientos que tú creías muy bien instalados e incluso aceptados en tu pensamiento. Puede que la Rigalt no esté de moda, pero tampoco lo está especialmente hoy en día Pessoa y mira el respeto que se le tiene. Yo a Carmen le tengo respeto, admiración, cariño, amor y muchísimas cosas más. Me ha enseñado de la profesión pero sobre todo de la vida. Es, sin lugar a dudas, una de las personas más importantes de la mía.

Se ha ido –o le han hecho irse– de un sitio donde ya no la merecían. No me alegro, porque no es agradable lo que le han hecho, pero sí que me da mucha felicidad saber que ya no está ahí porque últimamente ese periódico se me caía de las manos. Bueno, hace ya algunos años para ser exactos. Si la vida fuera justa, Carmen Rigalt debería estar en estos momentos escuchando ofertas laborales sin parar; agobiándose porque no es capaz de hacer frente a tanto trabajo; dándole con sus artículos en las narices a todos aquellos que han despreciado su categoría. Ojalá.

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