El domingo por la mañana Alexia aparece en ‘Socialité’ encantada de la vida dispuesta a poner los puntos sobre las íes. Asegura que pagaría por no verse envuelta en este escandalillo, señal inequívoca de que pagaría todo el oro del mundo para que esta historia no se acabe nunca. Y que jamás se sentará en un plató de televisión para hablar de su vida porque es periodista, pero es que a lo mejor deberían explicarle que los periodistas cobran por hacer su trabajo. Y su trabajo en este caso es, porque ella lo está queriendo, hablar del tema. Hace mal no cobrando. Todos los trabajos deben ser remunerados.

Durante la entrevista con María Patiño habla de sus padres y parece que se va a romper pero no lo hace. “Esto es lo último que quería que sucediera”, viene a decir. Y no sucede. Que el maquillaje no apague tu risa, que cantaría Sabina. En este caso, que una lágrima a destiempo no descomponga tu belleza.

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María Patiño y Alexia Rivas collage

La sombra de Merlos aparece en la conexión chivándole alguna que otra respuesta. Terrible todo. El general en su laberinto y Casado encerrado en un váter. No cabe la menor duda: el mundo, tal y como lo conocíamos, se ha ido al garete. Y cuidado porque esta marea amenaza con hacer efecto dominó y llevarse por delante a otros tantos que, de puertas para fuera, abogan por la monogamia y el estricto cumplimiento de las normas y, de puertas para adentro, gozan con el desbarajuste sexual.

Recuerdo que cuando hacía radio íbamos de gira recorriendo España y aquellos que defendían ante los micrófonos el estricto orden matrimonial tenían que ser rescatados a primera hora de la mañana de los puticlubs locales. Todavía me acuerdo de los cabezazos que daba contra el micrófono totalmente borracho un firme representante de la extrema derecha. Sí, habéis adivinado su identidad. Es ese. El mismo que en vez de un test del covid-19 necesitaría uno permanente de alcoholemia para saber si cuando se expresa está bajo los efectos de una bebida espirituosa. Sacad ahora mis fotos pedo. Refuerzan mis palabras porque, como diría Mila Ximénez: “De puta a puta, taconazo”. Sé de lo que hablo. Seamos optimistas: no podemos ir a peor.