Convivir con una estrella imprime carácter. Le pasó a Rosa Benito con Rocío Jurado, a Nova –antes Richy Bastante– con Yurena –antes Ámbar y mucho antes Tamara– y también le ha sucedido a Isabel II.

Chabelita lleva años viendo a su madre enfrentarse a las cámaras, plantando cara con miradas asesinas a los reporteros que formulan preguntas indiscretas, soportando esa estrella que pesa tanto. Isabel II, que es inteligente y observadora, parece que no quiere caer en los errores de su madre. Ella opta por la vía de la sonrisa y todavía no se le ha pillado en un renuncio. Está dando muestras de poseer una envidiable frialdad: soporta baterías de preguntas malévolas sin perder la compostura. Ni su madre ni su hermano poseen ese don. Asalto a Isabel II después de que grabe su intervención en ‘Hay una cosa que te quiero decir’ y me  sorprenden varias cosas: su coquetería, su manera de jugar con su timidez y el goce que le produce ser protagonista  de este juego de vanidades. La acompaña a Tele 5 el chico que se ha hecho famoso por sujetarle el bolso para que ella pose en los photocalls a lo Elsa Pataky. Le pido al muchacho hacerme una foto con él y me dice que cuando esté maquillado. Luego intento entablar conversación pero me choco contra un bloque de hielo más frío que un fiordo. El niño tiene pinta de castañuelas pero es más hermético que el KGB. Adjunto foto para disfrute de frikies como yo. Cosas maravillosas que suceden en Tele 5: después de charlar con Isabel II vuelvo a mi plató acompañado de Cristina –mi azafata, mi asistenta, mi todo– y me encuentro a Pedro Piqueras. “¿Qué haces por aquí, no estás en el programa?” –me pregunta-. “Sí, pero es que vengo de hablar con Chabelita”. Y entonces Pedro mira a mi Cristina y pronuncia una frase para la historia: “¿Es ella Chabelita?”. Sí. Todavía queda gente que no le pone cara a la hija de la Pantoja.