Su vida y milagros. O al menos, por ahora, sólo su vida. Que la santidad no le tardará en llegar a Tamara Falcó visto que todos los días va a Misa de 8.00 “y sin desayunar” y que también, desde hace unos años, le ha sobrevenido un voto de castidad que no esperaba. “No hay Dios que quiera casarse conmigo”, confiesa la protagonista absoluta de We love Tamara. Cosmopolitan TV estrena el próximo 12 de septiembre un programa que la it girl define como “más documental que reality”. La misma frase que utilizó para convencer a su madre, Isabel Preysler, para que compartiera pantalla con ella y que a ella le sirve de leit motive para cumplir un reto: encontrar su propia voz. “No quiero ser una copia de Paris Hilton” aunque, como a la americana, eso le suponga mostrar toda su intimidad. Desde que se levanta hasta que se acuesta. “¿Pudor? ¿yo? ¿Por qué? Las revistas son mi álbum familiar”.

“Yo siempre había querido hacer tele. Era uno de mis proyectos pendientes”, decía en rueda de prensa Tamara Falcó sentada con un ceñidísimo vestido de cuero color burdeos de Burberry Prorsum y encaramada al taburete con unos stilettos de 11 centímetros plateados de Stuart Weitzman, para después confesar, al mismo paredón de periodistas, “Quería ser una estrella” cruzando los dedos, como si estos se hubieran convertido en amigos íntimos. Porque Tamara conjuga estrellato con naturalidad desde el primer minuto que se muestra ante los medios. “¡No hay derecho! ¡una hora de retraso!”, le gritó una fotógrafo cuando ella hacía su aparición en el jardín del Hotel Unico. “Ayyyy lo siento. ¿Y no había canapés?”, le respondió preocupada.

Afirma que “Dios pone a cada uno en su lugar”, que a veces, durante la grabación, se preguntaba “qué hago yo aquí” tras 20 horas de cámaras y focos, que pensaba en su madre cuando ésta también hizo su intentona en televisión y no fue del todo bien, -“porque honestamente, hacer un programa de 45 minutos sobre cómo poner una mesa tampoco da para mucho”-, y que incluso llegó a “petar” por la presión, pero, al final, sentencia que está “muy orgullosa” del resultado.

“Si todos los niños quieren ser futbolistas, las niñas queremos ser actrices. Yo había estudiado periodismo. Seguía a Oprah Winfrey. Me encantaba Gossip Girl, pero no sabía bien cómo encajarlo todo… Pero, de pronto, salió este proyecto que reunía todos los elementos y en el que podía, además, mostrar lo esencial de mi vida… Y, encima, me sacan mejor de lo soy”.

¿Y cómo es Tamara? ¿más glamour, más espiritualidad…?

“Uff muchas cosas, pero todas son partes de mi misma. Además, hay que tener muy clara una cosa: el primer milagro que hizo Jesús fue convertir el agua en vino”.

Tamara en París, Tamara en Mozambique, Tamara con sus hermanos –“que tengo muchos y variopintos”-, Tamara yendo a Misa, Tamara en fiestas de Princesas, Tamara ayudando a los más desfavorecidos… “Hemos forzado un poco porque mi día a día no es tan así. A los espectadores no les interesaría verte cuatro horas frente a un ordenador…”, apunta Falcó.

¿Y qué no podremos ver por ejemplo?

“No me veréis nunca rezar. Eso no… (seria) Ni tampoco el avión de mi hermano Enrique que lo vendió antes de que empezáramos a grabar”, risas.

El programa, una producción de La Caña Brothers, es la mayor apuesta del canal para esta temporada que, auguran, podrían ser dos y quién sabe si, en esta segunda, explorar otras facetas de esta mujer de pestañas de visón como el hacer entrevistas. “¿Al Papa? Claro que me encantaría entrevistar al Papa. ¿Quién no querría estar junto al Papa? Bueno… A lo mejor, imagino que haya alguien que no… pero a mí, sí”.

¿Y qué le dirías sobre su gestión en el Vaticano?

“No conozco tanto el Vaticano como para opinar y yo, personalmente, tampoco tenía nada en contra de Ratzinger. Leí uno de sus libros y me gustó… Pero Francisco me encanta. Es la pera. ¿Qué está metiendo caña? Pues… A lo mejor, como está inspirado por el Espíritu Santo es que tendrá que hacerlo”.

We love Tamara le ha permitido conocer dos mundos que desconocía. Uno, el de la televisión, del que afirma que le faltaban muchas cosas por saber cómo los milagros de una buena edición y montaje. Otro, África, el primer paso para un viaje que proyecta a Calcuta y enfrentarse de lleno con la pobreza y la fortaleza de su fe. De hecho, más allá de We love Tamara, la protagonista afirma no tener más compromisos.

“Allí me preocuparé de otras cosas. De dar paz y ayudar a los demás. En el programa me preocupaba de tonterías como el día en que me tiré en paracaídas, me di cuenta de que tenía la boca abierta y se me salió una baba que vería toda España. A 10.000 metros de altura y era mi única preocupación”, explica esta mujer incomparable. Incomparable, sí, porque evita las comparación con su hermana Ana. “No hay rivalidad en el trabajo aunque seamos parecidos. Eligen a la mejor para cada cosa. A los de Braun les gustaron más sus piernas que las mías”. O con otras it girls internacionales, véase Paris Hilton, que también flirteó con la tele, la música e incluso el cine.

 “Cada una tiene su personalidad. Podemos tener cosas en común pero… Yo no voy a ser una copia de Paris Hilton”.