Supervivientes: La enorme imprudencia de Ana María Aldón que ha podido salirle muy cara

La mujer de José Ortega Cano, que no está en su mejor momento, decidió salir a pescar con el mar muy picado sin saber nadar. La organización tuvo que actuar.

Ana María Aldón

Ana María Aldón no está pasando por su mejor momento en la isla de Supervivientes. Se siente insegura tras haberse rapado el pelo a cambio de tres cocidos y necesita saber la opinión de su marido. Además ha tenido una enorme bronca con Hugo Sierra y ya no está en racha con la pesca por el mal tiempo. Tantos frentes abiertos le han terminado pasando factura y tras sufrir un enorme bajónha cometido una imprudencia que le ha podido salir muy cara.

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Ana María Aldón rapada

La diseñadora, junto al resto de sus compañeros, está reviviendo sus primeros días en la isla cuando incluso tuvieron que ser evacuados por culpa de un peligroso temporal. Hace frío, llueve y el aire sopla muy fuerte, no pueden dormir por las tormentas de arena y tampoco salir a pescar. Esto ha minado muchísimo la moral de todos, y Ana María que ya venía tocada desde el pasado jueves está hundida.

Así, en un arrebato, se lió la manta en la cabeza y se tiró al mar para intentar pescar a pesar de estar muy picado y con muchísimas olas. "¡No te metas a ver si te va a pasar algo! ¡Mira cómo está el mar!", le advertía Barranco mientras Ana María sorteaba las olas decidida a pescar algo y matar el tiempo. Todo ello se suma a que la mujer de Ortega Cano no sabe nadar y las cosas se acabaron poniendo muy feas. Tanto que la organización del programa tuvo que intervenir para que no se pusiera más en peligro obligándola a salir del mar. "El mar me engullía" comentaba después rompiendo a llorar de la impotencia de verse tan limitada.

Ana María Aldón

La diseñadora andaluza se vino muy arriba la semana pasada cuando aceptó en la mesa de las tentaciones del programa raparse la cabeza a cambio de tres cocidos completos. Cuando el hambre aprieta la vergüenza afloja y Ana María no se lo pensó dos veces: metió maquinilla y ha gozado sus cocidos, pero su estómago vuelve a estar vacío y las dudas e inseguridades se han instalado en su cabeza. Y el mal tiempo, claro, no acompaña.

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