'Sábado Deluxe': Paz Padilla, su desgarrador testimonio sobre los últimos seis días de vida de su marido Antonio

"Yo tuve que prepararme para la muerte de mi madre, sabiendo que me iba a tener que enfrentar poco después al mismo proceso con Antonio", le contaba serena a Jorge Javier Vázquez. Asumiendo que lo que ha aprendido en esta dura experiencia es sobre todo cómo es el proceso de morir dignamente y en paz, Paz Padilla puso todo de su parte por "disfrutar los últimos días que me quedaban con el amor de mi vida".

El proceso de transición de Antonio de la vida a la muerte, cuenta la presentadora que se completó en seis días. Seis días en los que, a pesar de estar preparada y vivirlo de manera serena, no dejaron de derramarse lágrimas. "Paz, que de este ojo ya no veo", le decía él desde la cama antes de ya no poder comunicarse. La actriz tenía entonces que mostrarse entera hacerle reír: "Por dentro me decía: ¡se está quedando ciego! Pero a él le decía: ¿para qué quieres verme con lo fea que soy? Salía de la habitación y me iba a llorar, porque no quería que me viera".

Desde su hija Anna, hasta su yerno, sus hermanos, y los médicos que estuvieron a su lado en todo momento, Paz solo tiene palabras de agradecimiento. Sin embargo, hubo una frase que le dijo su asistente del hogar la que la reconfortó en esos seis días que nunca olvidará: "El está en el camino. Todos lo estamos, solo que él parte antes".

Risas, lágrimas, pero sobre todo mucho amor, "del bueno", como contaba Padilla es lo que le dio a Antonio, de cuyos cuidados se ocupó prácticamente ella sola. "Yo a mi marido en sus últimos días le ponía la morfina. Quería que muriera en casa y no en el hospital", contaba, muy entera.

No hay mayor paliativo que las demostraciones de amor, y Paz le dedicó a Antonio una cada segundo. “En sus últimos seis días llené la habitación de flores, de música, de olor a lavanda y le di las gracias. Y esos días los pasamos en Bora Bora, y fue muy bonito".

En un escenario de bienestar y cariño a raudales, Paz asumió que tenía que dejarle ir, para que pudiera descansar: "Me metí en la cama con él, le toqué el pecho y le dije: "Ya, mi amor, recuerda: cuando me toque ven por mí". Y poco a poco, se fue yendo. Poco a poco mi gordo se fue. Mi Antonio se murió en mis brazos". Cada palabra de su desgarrador testimonio fue anoche una lección de vida que puso a la audiencia la emoción a flor de piel. Finalmente, "todos nos dimos la mano y le deseamos buen viaje. Él ya no estaba allí. Martina, nuestra perrita, se subió a la cama. Luego, vinieron nuestros amigos, sacamos una botella de Moët y brindamos por Antonio”.