Lo primero, ¡eso no se hace, Pelayo! Mira que robar a una novia todo el protagonismo en el día de su boda… ¡menudo pecado capital! Solo una cosa hubiera sido peor: que fueses de blanco. El estilista quiso ‘dar el golpe’ en la ceremonia de una de sus amigas de toda la vida y lo consiguió. Vaya si lo consiguió.
La discreción no va con él, pero quizás esto ya fue pasarse. El invitado más celebre hizo una entrada triunfal en el bodorrio a ‘lomos’ de un impresionante coche: un Maserati Ghibli, o como él dijo él “Batman se va de boda!”. Pero en vez de ponerse la capa y el traje del hombre-murciélago, prefirió el de hombre-leopardo. Con un traje de Dolce & Gabbana y zapatillas All Stars rojas, el estilista se metió en el bolsillo a todos, especialmente a las madres de sus amigas. Él y su perfil de yerno ideal, pero no tanto de invitado de boda perfecto...
Se fotografió con todos, brindó por el amor, se embriagó de su tierra y lo gozó cosa bárbara. Lo mejor es que, conociéndole desde niño, la amiga que se casaba ni le tendría en cuenta este ‘robo’ de toda la atención. Ya le conoce, él así. Y por eso le adora.