¿Quién podía imaginarse que Cuatro con este modesto programa, que solo pretendía poner en contacto personas solteras, se convertiría en uno de los platos fuertes de su parrilla? ‘First Dates’, rodado en un restaurante, con sus menús, su platos y su barra para cócteles, supone todo un festín para el que disfruta con dos clases de programas: los de citas y los que cuentan con un casting de lo más ‘tróspido’.

Nos produce un placer tremendo ver cómo se comportan dos perfectos desconocidos la primera vez que se encuentran. Comprobar cómo la chispa se puede prender con los dos besos del saludo, con una copa de vino o que, sencillamente, ni se encienda. Y no pasa nada. Como muestran las ilustraciones del programa, son dos pajarillos que vuelan separados del nido.

También existen los casos en los que no puedes evitar gritar a la televisión. Preguntarte por qué ese persona está soltando esas perlas por su boca, pensar que lleva un guión aprendido de casa o, lo que es peor, si es así de verdad. ‘First Dates’ funciona como una súper probeta en la que se realiza un súper experimento sociológico televisado. Y todos tienen cabida: tronistas, canis, modernos, roqueros, pin-ups, abuelos con marcha, abuelos tranquilos, empresarias poderosas, ninis, amantes de lo oculto y un sin fin más de personas que dan color al programa y que resumen de una manera muy sencilla lo que todos buscamos: que nos quieran.