Máximo Huerta se quiebra al recordar su dura infancia y la situación con su madre: "Yo era su seguro de vida"

Máximo Huerta recorre 'El camino a casa' junto a Albert Espinosa conmemorando los momentos que marcaron su infancia

Máximo Huerta
Atresmedia
Lorena López
Lorena López

Periodista especializada en corazón y televisión

Máximo Huerta (53 años) regresa al colegio para rehacer 'El camino a casa'. El periodista se reúne con Albert Espinosa para recorrer juntos ese trayecto que todos los días hacía para llegar a su hogar desde el colegio. Más que un simple recorrido, se transforma en un viaje al pasado. A esos recuerdos que uno cree olvidados, pero que se avivan con un bocata de mortadela con aceitunas y unas fotografías de cuando uno aún hacía recortes de los cantantes y actores que le gustabanpara adornar su carpeta. 

Recuerda a su madre, con quien tiene un vínculo especial del que habla cada vez que puede. Incluso se ha trasladado a Buñol, Valencia, para poder estar más cerca de ella y acompañarla así en su lucha con la demencia. De quien habla menos es de su padre. "Era muy rígido, violento", le cuenta a Albert Espinosa. 

Máximo Huerta se sincera sobre la difícil infancia que tuvo, una marcada por la rectitud de su progenitor. "Mi padre era muy rígido. Mi padre era un hombre que era violento en casa. Por eso, cuando mis amigos dicen que salía poco, es que yo prefería quedarme en casa vigilando a mi padre. Si yo estaba en casa era la protección de mi madre. El seguro de vida de mi madre era yo. Si yo estaba en casa pues mi padre se podía cortar", relata visiblemente afectado.

La presión que sufrió Máximo durante su infancia fue mucha. "No sé qué pasaba cuando yo me iba así que me acosmtubré a la incomodidad, a las palabras demasiado graves...", confiesa. Estas vivencias siguen haciéndole daño a día de hoy: "Porque eso no se cura". "Soy hijo de una familia que no quiso. Que tuvieron que aguantarse, que la única cosa que les unía era yo. Entonces mi padre era muy duro. Una mirada de mi padre y ya había miedo", recuerda.

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Su madre le repetía una pregunta una y otra vez: "Me decía: '¿Cuándo se morirá tu padre?'". "Lo hacía porque sabía que eso significaba su libertad y la mía. Vivimos así toda la vida", cuenta. Cada vez que su padre volvía a casa era complicado. "Nos pillaba viendo el 'Un, dos, tres'… Felices a mi madre y a mí. Cuando se oían las llaves de la puerta de mi padre, la vida cambiaba. Solo el sonido de las llaves de mi padre ya era el miedo. Yo conozco el miedo y lo que es peor, me acostumbré de niño al miedo. Sé perfectamente el sabor que tiene", añade.

Pese a lo vivido, Máximo ha sabido perdonar y avanzar: "Hay dolor, pero no hay rencor". Eso sí, se ha cobrado sus pequeñas venganzas. "Mi padre le prohibía a mi madre pintarse las uñas de rojo, vestirse de rojo… Jamás le dejó. Eso me lo ha confesado ella. La primera vez que le pinté a mi madre las uñas fue como hacer justicia al destino, pero ella ya tenía demencia y un grado de alzheimer. Se las pinté como una venganza al pasado. Cuando se vio con ellas, no paraba de decir lo guapa que estaba", rememora.

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Maximo Huerta

 

Máximo Huerta sí hizo las paces con su padre

Máximo consiguió entender a su padre en sus tres últimos años de vida, mientras este padecía alzheimer. "A mi padre lo he querido porque es mi padre, pero no puedo justificar nada de lo que hizo, nada. Lo que sí pude es reconciliarme con ese tiempo. Nos miramos y le dije: ‘Vamos a hacernos una foto’. Él se fue en paz y yo, también", cuenta. "Hubo una especie de perdón. A mi padre le costaba ya andar, después de todos los accidentes de tráfico que ha tenido. Le dije: ‘Va, papá. Con toda la fuerza que tenías siempre y ahora…’. Me miró y me dijo: ‘Lo siento’. Sé que con esas palabras quería decir que sentía todo lo que había pasado hasta ahora. Lo sé perfectamente", añade entre lágrimas.

Ahora, le rinde un pequeño homenaje cada vez que pasa por un bar. "Cuando me siento en un bar, me pido una doble. Mi padre está en las cervezas. Siempre pienso: ‘Va, papá. Va por los dos’", confiesa.

'El camino a casa' le ha permitido llenar, como él mismo dice, una laguna. Su padre nunca le hizo un comentario positivo o halagó algo de lo que había hecho. Pese a esto, sí que hablaba con orgullo de su hijo con sus amigos. "Tu padre decía que tú podías con todo, con la carrera y con lo que quisieras", le ha dicho Alberto, compañero de trabajo de su padre. Máximo solo puede agradecerle sus palabras: "Esto sí que no lo sabía". 

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