En mayo de este mismo año, Marta Ortega recibía una noticia devastadora a solo 7 meses de su boda. El que fuera uno de sus mayores maestros, no solo en la hípica, sino también en la vida, había fallecido víctima de una enfermedad que, en ningún momento, le paró, “sigo trabajando y seguiré mientras pueda, es lo que me da fuerza”. Infatigable y enamorado de su profesión, no es de extrañar que Cristino fuera tan importante para Marta.

Ha sido en un homenaje póstumo a esta excelente figura del mundo del hípica cuando Marta se ha derrumbado. Durante el recuerdo, celebrado en el hipódromo de A Coruña durante el campeonato de saltos Casas Novas, la hija menor de Amancio Ortega se vino abajo y no pudo contener el llanto. Eran demasiados recuerdos vividos al lado de su maestro, como para no emocionarse. Además, le acompañaba la familia de saltador, con la que tuvo constantes muestras de cariño. Al finalizar el homenaje, Marta les hizo entrega de una foto que había estado en sus manos todo el rato. Se trataba de una imagen de Torres, con su impoluta chaqueta roja y a lomos de un caballo, como siempre le recordará. De él aprendió técnica, pero, sobre todo aprendió a no rendirse jamás.