Ni Pelayo, Cristina o Natalia podrían haber creado un cambio semejante. La transformación que ha vivido Miley Cyrus en cuestión de pocos años es un caso digno de estudio.

Resulta asombroso encontrarnos con esa niña de mirada tierna, dientes montados, tirabuzones artificiales y vestidos ñoños y reconocer en ella a la mujer que hoy día es Miley. Deslenguada, atrevida como pocos, alérgica a la ropa interior y con una continua necesidad de enseñar piel, de aquella cándida niña fabricada en Disney Channel nada queda, tan solo su adoración por los animales. Y para de contar.

Es cierto que todos cambiamos a esas edades, y que hacerlo delante de la cámara es muy complicado. Transformarse en adulto es muy traumático y cuando una ha sido una niña prodigio mucho más. Para romper con todo lo que representaba: candidez, inocencia, recato… debía de dar un golpe maestro. Empezó tímidamente. Un conjunto provocador por ahí, un contoneo por allá. Pronto se dio cuenta de que no estaba consiguiendo lo que quería, que solo había logrado que se hablara de que ‘Hannah Monana había crecido’, pero ella deseaba desligarse del todo de su personaje, así que no le quedó otra que fabricar otro, 'Miley la desatada'. Y hasta hoy.

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