Tenemos en nuestras manos un documento impactante. Un archivo casi secreto que alguien desearía que nunca hubiese visto la luz. Una prueba de que hubo tiempos pasados, una historia antes de la fama, incluso un estilismo que, hoy en día, resultaría algo inquietante. Hablamos, claro, de Lydia Lozano. ¿Cómo era la colaboradora antes de llegar a la popularidad? ¿Qué aspecto tenía aquella Lydia joven e ingenua? ¿Cómo pasó a ser el animal televisivo que es hoy? Aquí están las pruebas que lo confirman todo...

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Corría el año 1990 y una joven y dicharachera Lydia Lozano hacía su primera aparición ante las cámaras. Fue en el programa Hablando se entiende la gente en un episodio dedicado a las tribus urbanas. Había un punk, un roquero y, como no, una pija. O menos, una 'niña bien'. Con fular al cuello, sin su ya míticas mechas rubias y con botas por la rodilla, Lydia llegaba al programa dispuesta a dejar claro que ella, de pija, no tenía nada.

¿Te molesta que te llamen pija?”, le preguntaba José Luis Coll. “Es que no lo soy”, respondía una Lydia que ya apuntaba maneras. “Es que no tengo nada que ver con ello. Me ofende incluso”. La futura colaboradora no pensaba pasar por el aro y se mostraba más firme que nunca. Tenía, por aquel entonces, 30 años y ya estaba casada. “¿Te parece bonito?”, le preguntaba Lydia a Coll tras anunciarle que ya se había casado. “Pobre chico”, respondía el humorista.

Lydia acudía al programa para defender el poco futuro de la juventud -podrías ser hoy mismo, de hecho-. “Yo creo que la juventud lo tenemos mal. La gente mayor no se da cuenta”, esgrimía combativa. Y eso que no tenía ni idea que, por delante, le esperaba una meteórica carrera televisiva que iba a llevarla hasta Sálvame. Si Lydia lo tenía mal, ¿cómo debían tenerlo sus compañeros de plató?

Eso sí, han pasado los años, han cambiado las modas, pero si no fuese por el peinado, pensaríamos que se trata de la misma Lydia. ¡Está igual! No ha cambiado nada de nada. Sin duda, bailar el chuminero es la mejor receta para la eterna juventud. Grande, Lydia. Somos fans.