La Movida madrileña se reinventa en la Gran Vía

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Por MASSIMA POTENZA

 

‘Madrid me Mata’. O me pongo sneakers, o el museo de la Movida Madrileña de los 80. Porque así se llama el local donde se exponen objetos únicos y recuerdos de artistas como Ouka Lele, Almodóvar o Germán Coppini. El síndrome de la manzana canalla o el eje Malasaña-Chueca continúa manteniendo viva la llama de la irreverencia y la efervescencia creativa. Y aunque sus recuerdos sean iconos que guardar bajo llave y vitrina, la vida, que es un eterno revival, se reinventa allí donde sucedió todo. El Ricks, el Museo Chicote, el Cock... no se quedaron ni olvidados ni relegados a escenarios de la Movida. Qué va. Vuelven (si es que algún día se fueron) como Súper Ratón: Supervitaminados e hipermineralizados. Porque si bien el museo de Corredera Alta de San Pablo con el que comenzaba la crónica fue ayer templo de artistas y hoy, objeto de veneración hipster, a estos sancto santorum de la copa y la música no les ha faltado, ni les faltará -me temo- una buena procesión de creyentes.

 

Museo Chicote

Main street Gran Vía, que dirían los brits, allí por donde paseaba su amor Ava Gardner con Luis Miguel Dominguín; Ava Gardner con Mario Cabré e incluso Ava Gardner con El Fary, se encuentra el 'nuevo' Museo Chicote”. Nuevo porque aunque sus paredes siguen cubiertas de fotos antológicas como un Ernest Hemingway sorbiendo un Papa Doble –versión de la caipirinha sin azúcar- o una cardada Sophia Loren a vueltas con el Campari, ahora emprende la ardua tarea de redescubrir el domingo, ese extraño día tras el exceso del sábado y la redención del lunes. El 'brunch' es la excusa para que maridar una mimosa y unos huevos benedictine con sesiones dj con David Delfín, Bimba Bosé (19 de octubre) y Crawford y Pepino (26 de octubre) según el cartel de este mes, para, por un momento, sentirse Blanca Portillo en 'Los abrazos rotos', pero sin su drama. El reestreno estuvo a cargo de Mario Vaquerizo, que no en vano su mujer Alaska tiene cocktail a su nombre, en versión strong y soft, aunque Mario, como todos sabemos, sea más de cervecita.

 

Del Diego

¿Detrás? Del Diego. Que no hay que olvidarse de la ilustre alquimia de la vista, paladar y olfato de sus cóckteles con la 'crème royale' de Hollywood y la patria, eso sí, siempre de incógnito. Pregunto a Fernando del Diego hijo si ha vuelto Felipe VI a tomar su caipiroska desde que le proclamaran Rey de España y responde con una sonrisa pícara sin decir ni que sí ni que no. Eso es que iba sin doña Letizia... O que son tan tan tan discretos que sólo nos enteramos de que Del Diego es de peregrinaje obligado para sus adeptos cuando estos lo sueltan a cuatro millones de espectadores como cuando fue Sharon Stone después de un programa te televisión o cuando Gwyneth Paltrow rodó el suyo entre sus paredes.

 

El Cock

Y ya que tengo el espíritu 'cool' y vintage por todo lo alto, me miro las snickers y en mi cabeza las convierto en stilletos, me subo más el rouge de labios y me caigo en el Cock, ‘el último refugio espirituoso del alma’, como rubricaba Jorge Berlanga sin equivocarse. Si algún gallo cantara, de la innumerable colección que se expone yendo al baño y uno de ellos firmado por Ceseepe, no daríamos crédito de lo que he se vivido fuera y dentro de sus puertas, que no siempre se sabe beber. Aún resuenan los ecos de las voces de Ernest de Hannover en su acera el día previo a nuestra última boda real como también las maledicencias del día siguiente con los cachorros de media realeza europea ladrando en el mismo sitio. Que, por cierto, cuando pasan por Madrid, vuelven. Que estos ojitos que se han de comer la tierra han visto más de una vez a Ari Ben cantar la versión noruega del Asturias patria querida... Porque algunos secretos se saben y otros, se guardan bajo... biombo. George Clooney o Jodie Foster, a veces, se esconden tras sus hojas.

 

El Rick's

Y no hay que irse muy lejos para beber un poquito más de historia o de lo que sea. El Rick’s también se ha revolucionado. Que Chueca sigue siendo un imán para la mala vida, que es la buena, y en este lugar de luz tenue se acude como Caroline a la luz, sin vacilar. Hace menos de un mes que se dio unos pinchacitos de botox y hialurónico, porque el Rick's no sólo es de maquillarse, y el mítico local de los 80 ofrece ahora hasta actuaciones. De relumbrón chochi, eso sí. Piti, por ejemplo, que con su barba, se calza una peluca y te canta por Celine Dion. Sin fecha prevista. Hay que enterarse por el boca a boca. En plan secreto. O en plan travesti. Muy al estilo Qué maravilla.

 

Y aquí evoco un recuerdo para esas soirées tempranas de Jorge Calvo. Que vuelvan por favor. Aunque, al menos, a falta del Rock’Ola siempre nos quedará la Gran Vía. Por delante y por detrás.

 

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