Katy Perry está 'armando la de San Quintín'. Los hechos se remontan tres años atrás cuando la cantante se quedó fascinada al ver un convento en Los Feliz (Los Ángeles) y empezó a darle vueltas a la idea de adquirirlo como una vivienda que le permitiría disponer de un recinto con piscina, zonas verdes y vistas a las montañas de San Gabriel. Parece ser que Katy Perry decidió que quería comprar el edificio sí o sí. Ahora, aproximadamente 36 meses más tarde, a la cantante le ha surgido la posibilidad de concretar la adquisición del inmueble por lo que no ha dudado en ponerse en contacto con el arzobispo de Los Ángeles José Gómez para hacer efectiva la compra por valor de 14,5 millones.

Lo que la artista desconocía era que mientras ella cerraba el acuerdo con el arzobispo José Gómez, las monjas que vivían anteriormente en el monasterio se negaban a la venta porque consideran que se trata de su propiedad y que por lo tanto son ellas quienes debían decidir la venta del edificio y no el arzobispo. Además, según informaciones del medio americano 'Los Angeles Times', las monjas se apresuraron a buscar una compradora y a cerrar el acuerdo para evitar que la propiedad acabara en manos de la cantante Katy Perry, puesto que las hermanas mayores del Inmaculado Corazón de María no querían ver ni en pintura a la diva como dueña de "la Casa del Señor". Así pues cerraron un acuerdo con la restauradora Dana Hollister por valor de 15,5 millones de dólares, un millón más que el acuerdo entre el arzobispo y la cantante.

El convento que quiere Katy Perry
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Ahora parece que se abre un largo y duro proceso legal puesto que ni la restauradora ni la cantante están dispuestas a renunciar a la propiedad, y ambas afirman que acaban de comprarla por un precio muy elevado, por lo que se prevé una férrea disputa por la adquisición del convento. De hecho, mientras las monjas y el arzobispo se enfrentan por la autorización de venta de la propiedad, la restauradora ya se ha instalado en el edificio, por lo que ha sido demandada por el propio arzobispo José Gómez. A todo esto las monjas alegan que no quieren vender la propiedad a la cantante por sus irreverencias y afirman que sus compañeras que sí dieron el visto bueno probablemente fueron coaccionadas por el propio arzobispo, que era muy partidario de negociar con la artista. Aunque según informa 'Los Ángeles Times' la autorización para la venta del inmueble también podría deberse a que Katy Perry, mucho más comedida, se presentó meses atrás en el edificio entonando el 'Oh Happy Day', y el hecho de tener raíces de familia católica y un tatuaje de Jesús en su muñeca acabaron de convencer a unas monjas que ahora no lo ven tan claro.