12 largas horas. Este fue el tiempo que llevó a Irene Rosales, novia de Kiko Rivera, convertirse en madre. La joven ingresó a mediodía en la clínica Sagrado Corazón en Sevilla, y el alumbramiento no se produjo hasta la medianoche. De corta, ‘la horita’ no tuvo nada.
Tanto se hizo esperar la pequeña Ana Rivera Rosales, que su abuela se tuvo que quedar sin conocerla. Isabel Pantoja, que ahora disfruta de su tercer grado, no puede dormir entre semana fuera de la cárcel de Alcalá de Guadaíra, por lo que no pudo estar presente cuando Ana llegó al mundo. La tonadillera regresó a prisión, según informa El Mundo, a las 22 horas, por lo que a su nieta aún le quedaban dos horas para nacer.
Ya tendrá tiempo de estar con ella, sobre todo en los fines de semana. Isabel puede pasarlos en casa sin tener que regresar a prisión para dormir, tal y como convino la junta de tratamiento, aunque, para ella, lo más cómodo habría sido firmar cada 15 días en una comisaría convenida.
En las puertas de la clínica pudimos ver a un Kiko nervioso, con un par de amigos que fumaban impacientes. El futuro padre estaba deseoso de que naciera Ana, su primera hija con Irene, puesto que ya es padre de Francisquito, el pequeño que tuvo con Jessica Bueno, que cumplió en noviembre 3 años, y que vive en Londres con su madre y el marido de esta, Jota Peleteiro. "Ya está aquí uno de los días más felices de mi vida. Dios, no recordaba lo bonito que es vivir esto. Mi princesa va estar esta noche conmigo y desde hoy no me separaré de ella", acertó a escribir Kiko en las redes ante la inminencia de la llegada de Ana.
Por el Sagrado Corazón también se dejó caer Anabel Pantoja, prima de Kiko, con la que tiene un vínculo muy especial. La joven salió de noche del centro médico con una sonrisa en la cara y ansiosa por conocer al nuevo miembro del clan Pantoja. Una pequeña que hará que estas Navidades sean únicas.