El extraño fenómeno de la subasta de Kiko Rivera: ¿realidad o troleo?

Kiko Rivera ha decidido emprender un nuevo negocio. O al menos, tiene toda la pinta de que así será viendo el resultado. El hijo de Isabel Pantoja, que debe tener la casa replata de cachivaches y demás parafernalia, ha optado por poner a subasta una de sus joyas más queridas. El primer colgante 'KR' -Kiko Rivera, se entiende- que tuvo. Un fetiche que ha despertado la curiosidad de muchos fans. Ahora, ¿qué está pasando de verdad con todo esto? Las pujas por el collarcito ya han finalizado y la cifra por la que ha sido vendido supera cualquier límite de la imaginación.

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Kiko Rivera subasta una de sus joyas personales por un descomunal pastizal y desata la locura

Lo que empezó como una iniciativa que no tenía mala pinta ha devenido en algo evidentemente extraño. Kiko Rivera ponía a subasta en una conocida página el que fue su primer collar con sus iniciales. Una joya que le trae muchos recuerdos y que significa mucho también para sus fans. Un regalo perfecto para todos aquellos que han seguido la carrera del DJ y cantante. Claro, en poco tiempo, las pujas se fueron animando mucho, con la inestimable ayuda de Rafa Mora.

7.000, 8.000, 11.000, poco a poco iba creciendo hasta cifras más que considerables pero que seguían entrando dentro de la lógica. Pero, de repente, la venta se le ha ido de las manos y finalmente este se ha vendido por 130.100 euros. Sí, ¡mucho más de cien mil euros! Una auténtica locura que ha hecho saltar las alarmas en muchos seguidores del cantante. ¿Se trata de verdad de pujas reales o de un trolleo tan típico de internet? ¿Quién está dispuesto a gastarse más de 130.000 euros en la joya de Kiko?

El propio Kiko no daba crédito de las dimensiones que el tema ha ido tomando. Ahora solo queda esperar que el nuevo propietario o propietaria de la joya pague la 'millonada', que el propio Kiko le entregará en mano, tal y como prometió si la venta se hacía por más de cinco cifras. ¡Y tanto...! El DJ va a tener que sacarse de la manga alguna sorpresa digna del dispendio. Y empezar a pensar en poner a la venta todo su joyero. ¡Menudo éxitazo!