Verónica Dulanto, presentadora de 'Tardear', está viendo un dulce momento profesional y personal lleno de grandes retos que afronta cargada de ilusión. Aunque pueda parecerlo, no llega de nuevas. Felizmente casada y madre de dos hijas, de 13 y 10 años, cuenta con una larga trayectoria en televisión que ha sido recompensada con una Antena de Plata.
¿Cómo vives este dulce momento?
Me gusta ir haciendo y dejar a la vida fluir. Está bien tener sueños pero si no se cumplen vienen las frustraciones. Me gusta trabajar como una hormiguita, esforzándome por hacer mi camino pero sin esperar grandes cosas. No esperaba tener un contrato de cadena ni un programa propio ni tantas otras cosas buenas que me han ido llegando.
¿Qué te hizo decantarte por el periodismo?
Todo. O me convertía en periodista o no hacía nada. He sido siempre una persona inquieta, charlatana, preguntona y sociable. Cuando lo dije, mi madre me apoyó mucho, quizá porque vio que tenía madera.
Gtres
¿Tu madre es tu gran tesoro?
Sí, se quedó viuda con 32 años, tres hijos y sin ayuda de nadie. He visto el esfuerzo titánico que ha hecho y lo valoro mucho. Ahora que soy madre y me pongo en su piel la comprendo muy bien y la valoro más que nunca.
Supisteis hacer equipo a pesar de la tragedia.
Es mérito de mi madre, yo tenía solo seis años y no recuerdo el drama de aquel momento. Me encantaría haber podido disfrutar de mi padre más años pero la vida es así, lo que te toca vivir no lo eliges. Aprendimos a vivir con ello gracias a que mi madre lo supo gestionar muy bien. Ella siempre dice que con tres hijos pequeños no tenía tiempo de pararse a llorar, aunque necesitara hacerlo. Es una mujer de armas tomar, hija única y con mucho carácter, pero claro, si conoces su historia todo se entiende, va en el paquete.
Tú tienes dos hijas, ¿cómo haces para conciliar?
Regular, con una red de apoyo que me ayuda y entre todos lo hemos ido solventando. Tengo un marido que siempre me ha apoyado y ha estado ahí, eso cuenta mucho. De nada vale planificar, necesitas una red de apoyo que te ayude. Se pasan momentos duros cuando tus hijas te reclaman pero siempre hay solución.
La culpa...
Eso es, viví una época muy crítica con horarios imposibles e hijas muy pequeñas pero pasó y llegó otro capítulo. Ahora que la mayor tiene trece y la pequeña diez, son más maduras y tienen otros intereses, todo es más fácil en ese sentido. En esos momentos te autocastigas y es un error.
¿Qué te dicen tus hijas cuando te ven en televisión?
Me comentan todo, dan siempre su opinión y suelen ser las más críticas.
¿Cómo te llevas con la esclavitud de la imagen?
Me gusta la moda pero no soy esclava de ella, sigo las tendencias y las voy adaptando a mi estilo. Me gustan muchísimo los zapatos, demasiado. Las mujeres tenemos más presión y nos autoexigimos mucho más que los hombres en ese sentido. Estoy completamente a favor de la cirugía y los tratamientos estéticos pero también creo que deben utilizarse en su justa medida.
¿Cómo te cuidas?
Mucho menos de lo que debería. El gimnasio es mi asignatura pendiente de toda la vida, pagaría por tener la voluntad de ir.
Gtres
¿Qué ha significó para ti recibir la Antena de Plata?
Ilusión máxima, es el primer premio que me dan y recibirlo de los compañeros tuvo mucho valor para mí. Fue un fuerte impulso, algo muy bonito.
Ibiza es tu gran refugio, ¿qué has descubierto en la isla?
Conocí a mi marido en Ibiza, iba con unas amigas a pasar cuatro días y me volví con regalo [risas]. Es un lugar que ha marcado momentos muy importantes de mi vida, llevo yendo allí dieciocho años seguidos y me encanta la isla creo que tiene alma.
Tu marido no se dedica a esta profesión, ¿cómo la vive desde dentro?Tiene mucho mérito, él y todas las parejas de periodistas. Me conoció trabajando, vio que era mi pasión y mi mundo y, aunque no pertenecía a él, en vez de dar un paso atrás optó por convertirse en uno más. Siempre me ha apoyado y ha arrimado el hombro.