Kiko Rivera me ha cedido la entrevista de su vida, y si me atrevo a afirmarlo es porque estoy abrumaba por su gran generosidad. Aún no he digerido la pena sangrante que mana de cada una de sus palabras en este reportaje, rasgan su alma y la mía. Esta charla ha supuesto una gran catarsis para él, y una enorme emoción para mí, que vuelvo a casa, a Lecturas, tras estos meses de recuperación.