Así vivió la reina Sofía la vida económica y sentimental B de su marido, el rey emérito

Lecturas.com habla con el periodista que destapó los últimos escándalos económicos del rey Juan Carlos y como la reina emérita vivió los tejemanejes de su marido

Juan Carlos y Sofia
Gtres
Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Al rey emérito no ha debido hacerle mucha gracia la publicación de King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I (Libros del K.O.), fruto de una investigación realizada por los periodistas José María Olmo y David Fernández. Por un lado, el libro analiza el laberinto de escándalos financieros y procedimientos judiciales que amenazaron con sentar en el banquillo a un rey por primera vez en la historia de España. Por el otro, revela detalles de su vida personal como el romance que mantuvo con Corinna Larsen, a la que conoció en febrero de 2004, en una cacería celebrada en la finca La Garganta, en Ciudad Real, el mayor coto de caza de España.

La pareja rompió oficialmente su relación a finales de 2010. Tanto antes como después de la ruptura, el emérito le pediría matrimonio a la aristócrata y empresaria alemana, que en octubre de 2011 compró su actual residencia en Eaton Square, en el céntrico barrio londinense de Belgravia, por 5,8 millones de euros, a los que hay que sumar los 4,7 millones que empleó en reformarla. Por lo visto, Juan Carlos le donó casi dos millones de euros de entonces “a título gratuito” y “sin posibilidad de retorno” para adquirir esta casa.

El antiguo jefe del Estado bebía los vientos por aquella atractiva rubia con aspecto de princesa a la que también transfirió 65 millones de euros en 2012, según ella “por gratitud” y “porque todavía tenía la esperanza de recuperarme". El dinero procedía de una transferencia bancaria que el rey de Arabia Saudí Abdalá Bin Abdulaziz realizó en 2008 a Juan Carlos I en una cuenta secreta del banco Mirabaud que el monarca administraba a través de la Fundación Lucum, una sociedad instrumental panameña.

Según los autores de King Corp, en noviembre de 2011 el emérito decidió "donar dos millones de euros" procedentes de su cuenta en Lucum "a otra examante, Marta Gayá. Finalmente solo le llega un millón”. Lucum, en la que también figuraba como beneficiario el propio Felipe VI y la siguiente heredera del trono, la infanta Leonor, se disolvió en septiembre de 2012. Lo que nunca desapareció fue la opacidad del emérito, quien para poder llevar una vida distinta a la oficial necesitó fondos extras, al margen de la asignación de los presupuestos del Estado.

Juan Carlos y Sofía

 

La “vida sentimental B” del rey Juan Carlos

“Juan Carlos necesitó crearse una vida económica B para poder mantener una vida sentimental B”, comenta José María Olmo a Lecturas.com. “Sin ese dinero no habría podido agasajar a todas sus amantes con joyas, viajes y cenas en grandes restaurantes. Esa pulsión sentimental suya exigía la existencia de una forma alternativa de financiación, por decirlo de forma elegante. Ahí entra una estructura muy compleja de testaferros, cuentas opacas y sociedades 'offshore' que le permitían alimentar continuamente ese sistema con dinero de procedencia irregular”.

Muchos se preguntan si la reina Sofía jugó algún papel relevante en los tejemanejes financieros de su marido, que siempre sacaba importantes sumas de dinero en efectivo de Suiza en vísperas de Navidad. “Esto no es casual y servía para que toda la familia pudiera recibir y hacer regalos”, apunta Olmo. “La propia reina Sofía estuvo utilizando dinero procedente del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause para pagar vuelos al extranjero que gestionó Viajes El Corte Inglés”.

Aun así, añade el periodista, Sofía nunca sintió esa misma obsesión por el dinero, ni tampoco ha llevado una vida B: “Su único objetivo era viajar a Viena, Berlín o Londres junto a su hermana Irene y su primo hermano Miguel I de Rumanía, a veces en vuelos comerciales, para poder hacer compras de forma tranquila en establecimientos y centros comerciales que son más o menos accesibles para la clase media, asistir a conciertos de música clásica y acudir a exposiciones en museos”.

Juan Carlos y Sofía
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Sofía, ante las infidelidades del rey Juan Carlos

Obviamente, nada de eso está reñido con el hecho de que la reina emérita sí ha sido cómplice de la vida paralela de Juan Carlos I. "Nunca ha habido amor ni atracción entre ellos. Ya en el mismo viaje de novios él le fue infiel a ella. Cuando nació el rey Felipe dejaron de tener relaciones sexuales, y hasta hoy", contó la periodista Pilar Eyre, quien también desveló que, en enero de 1976, Sofía pilló a su marido siéndole infiel en la habitación de la casa-palacio donde el emérito se alojaba durante una jornada de caza en una finca de Toledo.

Aun así, Sofía de Grecia se esforzó en aparentar que el suyo era un matrimonio bien avenido. Así fue de hecho hasta que aquel accidente que Juan Carlos sufrió en abril de 2012 durante el polémico safari de Botsuana dio a conocer el estrecho vínculo del entonces monarca con Corinna y, sobre todo, cambió la percepción que la sociedad tenía de él. Ya en aquel momento Juan Carlos y Sofía llevaban años sin compartir ni un solo minuto de su tiempo privado. Aunque ambos vivían en el Palacio de la Zarzuela, cada uno ocupaba un ala distinta de la zona residencial. 

La emérita pensó alguna que otra vez en divorciarse; sin embargo, acabó descartando la idea cuando el Parlamento griego le hizo saber que, en caso de divorcio, debería devolver la dote a los griegos. “Sofía era la única afortunada de su familia que había conseguido ejercer como reina y tener descendientes, esto es, perpetuar el apellido de su familia”, apunta Olmo. “Sabía que un divorcio podía suponer el final de esa especie de privilegio, y ella no se podía permitir ese lujo. Al convertirse en jefa del Estado, pasó también a ser el sustento económico e institucional de todos sus familiares”.

"La reina Sofía no tiene motivo para guardar rencor al rey Juan Carlos"

Los biógrafos de Sofía coinciden en que ella ha antepuesto en todo momento su condición de reina a sus sentimientos y felicidad. Soñaba con ver a su hijo alzarse con el trono, cosa que finalmente sucedió en 2014, pero era bien consciente de que, para poder salvaguardar la monarquía, debería tragar ciertos bocados de realidad. “Ella sabe que para poder mantener su condición de reina tenía que lograr que el rey Juan Carlos estuviera dispuesto a mantener ese artificio”, explica Olmo. “Hace mucho tiempo que lo que les une no es una cuestión sentimental, sino el ejercicio de una institución para la que era inexcusable que siguieran unidos en matrimonio. Si lo analizamos desde ese punto de vista, quizá entendamos mejor por qué Sofía no tiene ningún motivo para guardar rencor a Juan Carlos”.

En otras palabras, hablamos de dos personas que se casaron, se separaron de facto cuando su hijo tenía apenas cinco años, y hoy día solo coinciden en público en determinados actos oficiales. Eso sí, Olmo considera un error otorgarle el papel de víctima a la reina Sofía, quien de forma libre y voluntaria decidió mantener las apariencias porque tanto ella como sus descendientes obtenían un importante beneficio de ello. 

“Ver a Sofía como una mujer engañada, o como alguien que permanece al lado de un hombre que la engaña solo porque está locamente enamorada de él, supone un enfoque machista. La cuestión es que los ciudadanos españoles teníamos derecho a saber que todo era una mentira y que ha habido mucha gente que conocía eso pero lo ha seguido tapando, con la ayuda y colaboración de los medios de comunicación oficiales, para mantener en una especie de caverna a los ciudadanos españoles, al pensar que no eran lo suficientemente maduros como para conocer una noticia de esa importancia”.
 

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