A punto de cumplirse los dos años de su muerte, uno de los grandes secretos que Sara Montiel se llevó con ella ha sido desvelado en Lecturas. Sara, la gran Sarita, la que muy joven triunfó en aquellas tierras americanas que tanto amó, tuvo en México una hija. Una hija que, según José de la Rosa, su peluquero y hombre de confianza, Sara creyó que había nacido muerta. Fue años después cuando la artista descubrió que la niña no había muerto. "Se la habían robado y se la habían dado a un matrimonio para criarla". Sara nunca la buscó.

 

El nacimiento de esa niña, que la privaría para siempre de tener hijos biológicos –"La cesarea salió mal y tuvieron que quitarle el útero", cuenta De la Rosa– fue el momento más triste y oscuro de una de las épocas más dulces en la vida de Sara. La época que la manchega vivió lejos de su tierra, cuando con solo 22 años decidió hacer las Américas. Era el principio de unos años inolvidables en los que Sara se convirtió en Sarita y se ganó pronto, en Hollywood, no solo el sobrenombre de 'la bomba latina' sino el derecho a codearse con las grandes estrellas del cine.

 

Sara, que había debutado en el cine con solo 16 años en 'Te quiero para mí', no tardaría mucho –tan solo unos cuantos papeles secundarios más que la encasillaban como cara bonita–, a seguir los consejos del dramaturgo Miguel Mihura. Era el momento de cruzar el charco y triunfar lejos de casa. Sara hizo la maleta y, acompañada por su madre, puso rumbo a México. No tardó mucho en ganarse el cariño de los mexicanos donde pronto se convirtió en una de las figuras más cotizadas del momento. "Era una mujer imponente, imponía su presencia, era una mujer realmente dominante, era una mujer dueña de sí misma, cosa que no existía en el cine mexicano", aseguraba años después el crítico de cine Jorge Ayala Blanco.

 

Sara empezó su aventura americana con 'Furia Roja' junto a Arturo de Córdoba y trabajaría despues con Pedro Infante bajo las órdenes del director Miguel Zacarías, que fue quien empezó a llamarla Sarita. Y así, como Sarita Montiel, fue como la manchega llegó a Hollywood para codearse con las estrellas de la época. Tras cuatro años en México, Sarita cambió a Dolores del Río, María Félix y Pedro Infante por Gary Cooper, Burt Lancaster y Charles Bronson. Ellos fueron algunos de sus compañeros en 'Veracruz', su primer trabajo en Hollywood y su trampolín al estrellato.

 

Sara Montiel fue la primera española de la historia en triunfar en Hollywood donde también encontró el amor. Fue rodando 'Dos pasiones y un amor' junto a Joan Fontaine donde conoció a Anthony Mann, director de la cinta. Su matrimonio con Mann la llevó a codearse con algunos de los que habían sido sus grandes ídolos. Marlene Dietrich, Frank Sinatra, Greta Garbo y Alfred Hitchcock se contaron entre sus amistades. Sarita era feliz. Regresaba a casa solo para disfrutar de períodos de vacaciones uno de los cuales aprovechó para rodar 'El último cuplé' (1957). Aquel rodaje era una premonición. Un año después, Sara regresaba a España. Iba a ser un regreso temporal, pero el éxito la estaba esperando en su tierra. Y fue tan grande que ya nunca volvió. Su aventura americana había terminado.

 

Sara volvía a casa y se traía con ella su gran secreto.