Por EL HOMBRE CONFUSO

 

 George Clooney  ya ha colgado el título de 'soltero de oro'. ¿Quién nos lo iba a decir? El hombre más seductor de Hollywood, el actor al que mejor le sientan las canas y la madurez, el sex symbol tranquilo por excelencia, ha pasado por el altar y lo ha hecho, como no podía ser de otra forma, en Italia. ¿No se sienten tremendamente tristes? Nos estamos quedando sin mitos sexuales disponibles. Brad Pitt ya nos ha dado esquinazo con su boda con Angelina Jolie, Johnny Depp amenaza con una cercana unión con Amber Heard y Bradley Cooper no acaba de romper nunca con la modelo Suki Waterhouse. Y ahora, encima, hemos perdido a  también a Clooney. ¿Es que nadie piensa en las fans? A este paso, tan solo nos quedará con Tom Cruise y eso, desde luego, no es garantía de nada.

 

La responsable de este drama de proporciones mundiales es una abogada de origen libanés, especializada en la defensa de los derechos humanos, políglota y con una carrera que no ha hecho más que acumular éxitos. Entienden que quiera casarse con ella, ¿verdad? La primera imagen que recordamos de Amal Alamuddin es en el juicio contra Julian Assange, el fundador de Wikileaks. Entonces, como si de nuestra jueza Alaya se tratara, la abogada empezó a despertar la curiosidad de las cámaras por su extraordinaria belleza, su porte y su desparpajo a la hora de hablar con los periodistas. Y es que Alamuddin llevaba ya una trayectoria considerable a sus espaldas -no en vano, es asesora de la ONU y ha intervenido en casos tan mediáticos como el de la ex primera ministra ucraniana Yulia Tymoshenko-.

 

Una libanesa experta en derechos humanos

 

De su pasado no se sabe mucho. La familia Alamuddin es originaria de el Líbano, de donde salió en la década de los 80 por culpa de la guerra. Su padre, profesor universitario, y su madre, editora en la revista Al Hayat, se trasladaron a Londres con sus cuatro hijos, Amal, Tala, Samer y Zial. Se establecieron a las afueras de la capital, en Gerrad's Cross, y se encargaron de preparar a sus vástagos para el futuro, enseñándoles árabe, francés e inglés. Amal estudió Derecho en la Universidad de Oxford, donde se graduó en el año 2000, y se trasladó a Nueva York para cursar un máster, aprovechando para entrar a trabajar en el despacho Sullivan & Cromwell y en la Corte Penal Internacional, donde permaneció tres años. De ahí volvió a Londres para trabajar en la prestigiosa firma Doughty Street Chambers, especializándose en derechos humanos, la pasión que ha guiado toda su carrera.

 

Muy comprometida con las causas sociales, Alamuddin suele acudir a actos dedicados a la protección de los derechos humanos y fue en uno de esos eventos donde conoció a George Clooney, a través de un amigo común. Pero no crean que la abogada se dejó seducir por los encantos del actor. Al principio, se hizo la dura -chica lista-, rechazando las citas que le proponía Clooney por motivos laborales, pero al final, optó darle una oportunidad. Poco a poco, se fueron sucediendo los viajes, las fotografías a dúo, las sonrisas en los taxis y ya empezaron a sonar todas las alarmas. ¿Nueva novia en casa de los Clooney? Aunque esto tampoco era nada nuevo, ya que el actor nos tenía acostumbradísimos a un desfile constante de relaciones con mujeres de todo tipo -los mentideros hollywoodenses aseguraban que Clooney les hacía firmar un contrato de dos años de duración, no renovable, evidentemente-. No obstante, esta vez, el asunto parecía diferente... Y así fue.

 

El pasado abril, Alamuddin aparecía con un magnífico anillo de compromiso en su mano, tan solo siete meses después de haber iniciado la relación. Campanas de boda, traca, vítores y hasta cohetes. Pero, ¿por qué ésta sí y todas las demás no? ¿Qué tiene la abogada que ha hecho cambiar de opinión al soltero más cotizado de Hollywood? ¿Será su belleza? ¿Su trayectoria profesional? ¿Su discreción? ¿Su compromiso con las causas sociales? ¿O todo el magnífico conjunto? Y es que, con todos estos datos, ¿quién no se enamoraría perdidamente de Amal Alamuddin? Tengan en cuenta que nos corroe la envidia, y no precisamente de la buena. Pero, aun así, ¡qué vivan los novios!