Caminar es un ejercicio muy eficaz para mantenernos en forma. Es fácil de hacer, podemos hacerlo prácticamente en cualquier parte y tiene muchos beneficios para la salud. La pregunta es… ¿Hay una diferencia significativa entre caminar rápido y caminar deprisa?
No es una pregunta fácil de responder, porque lo que la ciencia nos demuestra es que el mejor ejercicio es siempre el que hacemos. Sin embargo, las investigaciones de la psiquiatra de la Universidad de Harvard, Louann Brizendine, parecen indicar que el ritmo al que caminamos es mucho más importante de lo que pudiera parecer a simple vista.
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El sexto signo vital
Aunque la investigación de Brizendine ha sido crucial para el estudio de la salud femenina, como demuestra su libro La mujer renovada, que analiza el bienestar femenino a partir de los 80 años con lupa, no es la única experta que se ha posicionado al respecto.
Los doctores Addie Middleton, Stacy L. Fritz y Michelle Lusardi acuñaron el término “sexto signo vital” para hacer referencia, precisamente, a la velocidad a la que caminamos. Frente a los clásicos (la temperatura corporal, el pulso, la frecuencia respiratoria, la saturación del oxígeno y la presión arterial), este sexto signo vital es “una medida válida, fiable y sensible”, explica los expertos, “adecuada para evaluar y monitorizar el estado funcional y la salud general de las personas”.
O lo que es lo mismo: caminar rápido puede significar que tu salud es considerablemente mejor que la de aquellas personas que caminan lento.Es un predictor de envejecimiento saludable.
Frente al estudio de estos expertos, otros prueban justo lo contrario: la velocidad lenta en la marcha de mujeres puede ser un signo de envejecimiento acelerado, malos resultados en ciertas cirugías, un mayor riesgo de demencia y mayor vulnerabilidad a las caídas.
Un buen ritmo
La ciencia también ha calculado cuál es el ritmo más eficaz para caminar, y según los expertos es de 1,3 metros por segundo, o 5 kilómetros por hora. El médico Aldo Sgaravati, de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República de Uruguay, sin embargo, asegura que “caminar es una actividad compleja y la velocidad de marcha está condicionada por muchas variables”, entre las que incluye, “el estado de salud de un individuo, el control motor, la condición osteomuscular y sensorial”.
Es decir, que es posible que estos 1,3 metros por segundo no estén entre tus posibilidades en este momento, y no tiene por qué significar nada grave. Aunque “velocidades menores a 0,8 metros por segundo”, continua el experto, “podrían estar relacionados con diferentes procesos subclínicos”.
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Mejora la marcha, mejora la mente
Toca darle el turno de palabra a Harvard, porque la neuropsiquiatra y neurobióloga Louann Brizendine es una de las mayores expertas en la salud de las mujeres a partir de los 80 años, y ella también tiene claro lo que significa que una mujer ande rápido.
En su libro, La mujer renovada, lo deja claro. Aquellas mujeres que tienen una mayor fuerza en las piernas tienen también una mejor capacidad cognitiva. Es decir, que caminar a buen ritmo, además de mantenernos en forma físicamente, cuida de la salud de nuestro cerebro.
Es por eso que la experta recomienda “estimular la memoria manteniéndote ocupada y haciendo ejercicio”. Y su consejo particular para todas aquellas mujeres que ya superan los cincuenta, es el siguiente: “Aprieta los glúteos cien veces al día”
Mueve las piernas, los glúteos y los dedos
“Tengo un nuevo plan por la mañana”, escribe la experta en el mencionado libro. “Me despierto, muevo los dedos de los pies y sonrío, aunque no tenga ganas, y antes de que abra los ojos, el círculo vicioso de mis pensamientos negativos o preocupaciones ya se ha roto”. Y es que, para Brizendine el ejercicio no es solo cuestión de salud física, también es esencial para la salud mental.
De hecho, en su libro asegura que como psiquiatra no se limita a recetar pastillas, “también recomiendo caminar diez o veinte minutos al día, hacer meditación en movimiento o dar un paseo dando las gracias o rezando, que aconsejo ampliar poco a poco hasta una hora, si es posible”, escribe en su libro. “No lo cura todo, pero ayuda a reducir la tristeza hasta niveles manejables, de tal modo que se puedan aplicar otras estrategias para recuperar el control de nuestro espacio. Ser capaces de retomar el hábito del autocuidado determina nuestra resiliencia ante las dificultades que sabemos que están por venir”, continúa.
Para poder mantenernos en forma y conseguir un buen ritmo de vida, la experta nos recomienda cuidar especialmente de las piernas, que son clave para nuestra movilidad. Y dado que para Brizendine esto es tan esencial, recomienda un ejercicio super sencillo a sus lectoras que puedes hacer en casa sin ninguna complicación. Si pasas mucho tiempo sentada, “Haz veinte sentadillas de silla y aprieta cien veces las nalgas (aprieta tres segundos y relaja otros tres) todos los días. Si es necesario, hazlo en series de veinticinco. Yo lo hago mientras me cepillo los dientes. Puedes hacerlo sentada, de pie o tumbada”, escribe la experta. Así de sencillo es fortalecer tu cuerpo.
Lo de los dedos de los pies también lo recomienda, dado que, nos recuerda, “mover los dedos de los pies activa el nervio ciático, que es el más largo del cuerpo, y envía una señal del dedo gordo al sacro y a la columna lumbar que preparar al cerebro para despertar las piernas y moverse”.
Bueno para la mente y el cuerpo
Pero lo más importante, destaca la experta, no es si caminas rápido o lento, si aprietas el glúteo o no. Lo importante es que hagas ejercicio, como puedas y como más disfrutes.
“Basta una sola sesión de ejercicio”, explica la profesora de Harvard, “para que el cerebro responda segregando” los neurotransmisores que necesitamos. Una sola sesión puede hacernos sentir felices, combatir los reflejos que se atrofian con la edad y mejorar, incluso, nuestra capacidad de concentración.
Solo queda una pregunta: ¿a qué estás esperando para dar un buen paseo?