El pueblo de la Costa Brava con una preciosa playa de agua cristalina y calles de esencia marinera que enamoró a Joan Manuel Serrat

Descubre el pueblo de pescadores con playas de aguas cristalinas, casas blancas y tradiciones vivas que inspira a los artistas

Joan Manuel Serrat
GTRES

Calella de Palafrugell, en la provincia de Girona, es uno de esos lugares que parecen detenidos en el tiempo. Este antiguo pueblo de pescadores, con sus casas blancas alineadas frente al mar, pequeñas calas de aguas transparentes y calles empedradas, se ha convertido en el refugio perfecto para quienes buscan la autenticidad mediterránea lejos del turismo de masas. Un lujazo como toda la Costa Brava.

Aquí, cada rincón respira historia y tradición, y el ambiente marinero sigue siendo el alma de la vida cotidiana, mientras la brisa y el rumor de las olas marcan el ritmo de los días.

Historia: Un puerto frente a piratas y comerciantes

Los orígenes de Calella de Palafrugell se remontan al siglo XVIII, cuando familias de pescadores se establecieron en este tramo de la Costa Brava buscando un puerto seguro y bien defendido ante los ataques de piratas que asolaban la costa catalana.

La ubicación estratégica de la bahía permitió el desarrollo de la pesca y el comercio, llegando a contar con su propia autoridad aduanera para controlar las mercancías que entraban y salían en barcos cada vez mayores. A finales del siglo XIX, la burguesía catalana descubrió la belleza de la zona y comenzó a construir sus casas de veraneo, aunque siempre respetando el núcleo original del pueblo, que ha conservado su esencia hasta nuestros días.

El pueblo creció también gracias a la industria del corcho, que dio trabajo y prosperidad a la región durante décadas. Calella de Palafrugell ha sido fuente de inspiración para artistas y escritores, como el periodista Josep Pla, que se estableció aquí en la posguerra, y músicos como Joan Manuel Serrat, quien compuso parte de su emblemática canción “Mediterráneo” en el antiguo Hotel Batlle.

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Qué ver y visitar: Calas, miradores y paseos junto al mar

El mayor atractivo de Calella de Palafrugell son sus playas y calas, que se suceden a lo largo de la costa formando un mosaico de paisajes de postal. Entre las más conocidas están Port Bo, con sus barcas de colores varadas en la arena, Canadell, El Golfet y Port Pelegrí, todas ideales para nadar, bucear o simplemente relajarse al sol.

 El paseo de ronda, un antiguo camino de pescadores que conecta las calas, permite descubrir rincones escondidos y disfrutar de vistas espectaculares del Mediterráneo.

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En el extremo sur del pueblo se encuentra el Cabo de Cap Roig, donde los jardines botánicos del mismo nombre ofrecen un recorrido entre especies mediterráneas y exóticas, esculturas al aire libre y panorámicas únicas sobre el mar. En verano, el Festival de Cap Roig convierte este espacio en un escenario de conciertos internacionales, con artistas de la talla de Elton John y Joan Manuel Serrat.

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El casco antiguo, con sus calles estrechas y porticadas, invita a perderse entre casas blancas y fachadas floridas. La iglesia de San Pedro, de estilo sencillo y marinero, es otro de los puntos de interés, así como el mirador de la Punta dels Burricaires, desde donde se contempla la mejor panorámica del pueblo y la costa.

Gastronomía: Sabor a mar y tradición

La cocina de Calella de Palafrugell es un homenaje a los productos del mar y la tierra. Los arroces caldosos, la fideuá y los suquets de pescado son platos imprescindibles, así como las tapas de marisco fresco, erizos de mar y anchoas.

En los restaurantes del paseo marítimo y las tabernas del casco antiguo, el visitante puede degustar recetas tradicionales como el “arrossejat”, el “suquet de peix” y el “pa amb tomàquet” acompañado de embutidos locales.

La repostería también tiene su espacio, con dulces típicos como los “brunyols” y la “coca de llardons”. Los vinos de la DO Empordà, frescos y aromáticos, son el maridaje perfecto para cualquier comida junto al mar.

Tradiciones y festividades: Habaneras y cultura mediterránea

Calella de Palafrugell es famosa por su encuentro anual de habaneras, la Cantada d’Havaneres, que cada julio reúne a miles de personas en la playa de Port Bo para escuchar este género musical de raíces cubanas, interpretado por grupos locales y reconocidos como Port Bo. El ambiente festivo, las barcas iluminadas y el “cremat” (ron quemado con café y especias) crean una atmósfera mágica y única en la Costa Brava.

Otras festividades, como la fiesta mayor de Sant Pere y las celebraciones de Semana Santa, mantienen vivas las tradiciones populares, con procesiones, bailes y actividades para todas las edades.

Atractivos únicos: Autenticidad y paisaje protegido

Lo que diferencia a Calella de Palafrugell de otros destinos costeros es su autenticidad. El pueblo ha sabido preservar su patrimonio arquitectónico y paisajístico, evitando la masificación y el urbanismo agresivo.

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Las casas blancas con arcadas, los porches frente al mar y las barcas de pesca son la imagen viva de un Mediterráneo genuino y acogedor. La proximidad a otros núcleos como Llafranc y Tamariu permite ampliar la experiencia con excursiones a pie o en kayak por la costa.

Dónde dormir: Alojamientos con encanto y vistas al mar

La oferta de alojamiento en Calella de Palafrugell es variada y de calidad. Destacan hoteles boutique como el Hotel Sant Roc, con vistas panorámicas sobre las calas y jardines mediterráneos, y el Hotel Garbí, rodeado de pinos y con piscina exterior.

Para quienes buscan una experiencia más íntima, las casas rurales y apartamentos turísticos del casco antiguo permiten disfrutar del ambiente local y el ritmo pausado del pueblo. Muchos alojamientos ofrecen terrazas con vistas al mar y acceso directo a las playas, ideales para una escapada romántica o en familia.