“Papá, estamos muy orgullosos de que seas nuestro padre”. Los hijos de Miguel Bosé no habían visto actuar al cantante y, cuando en México le vieron subido en el escenario, sus corazones se hincharon de orgullo. “Te vemos siempre en casa, haciendo cosas cotidianas, en pijama… pero nunca habíamos visto al artista. Nos habían hablado del artista, pero ahora lo hemos podido ver y ahora entendemos por qué eres lo que eres…”, cuenta que le dijeron.
Bosé, con motivo de su nueva gira de conciertos, ha concedido una entrevista a la revista Esquire en la que habla de su nueva vida, pero, por encima de todo de su nuevo ‘yo’. El hijo de Lucía Bosé ha mudado de piel para presentarse a sí mismo en una nueva versión que, reconoce, aún está en proceso de conocer. Algo que, admite, no ha sido fácil; pero sí muy estimulante. No ha recorrido solo este camino, sus hijos no se han apartado de su lado.
Bosé renacido, su gran transformación interior
“Mientras sucedía toda mi transformación, mis hijos tenían cinco o seis años. Ahora tienen 14 y la paternidad fue uno de los salvavidas a los que me pude agarrar. Porque había una serie de responsabilidades a las que no podía fallar”, desvela. Para el que creció con las visitas de Picasso en casa, convertirse en padre ha sido el gran regalo de su vida. Actualmente, no hay nada que pueda disfrutar más. “Lo que más me gusta en la vida, por encima de la música o de la biología marina, es ser papá. Me gusta mucho, no es ningún esfuerzo. Mis hijos crecen de manera natural rodeados de amor y de autoridad”.
Incapaz de definirse en esta faceta, puesto que prefiere que sus hijos sean quienes lo pongan en palabras, solo puede proporcionarles un consejo: “Lo que hagáis hacedlo de verdad, con pasión, porque la pasión crea la diferencia, la pasión multiplica. Es más potente la pasión que el talento”.
Asegura que sus pequeños, sumidos en plena adolescencia, en el día a día solo conocen al papá chandalero y más relajado; nada de la gran estrella que llena estadios. Esto ha permitido que Bosé pueda mantener una vida alejada a lo que se esperaría de alguien como él. “Todas las mañanas me levanto a la 5:30. Preparo las merenderas a mis hijos. Los llevo al cole y me voy a mis clases. Todos los días cocino para todos. Atiendo mensajes, correos, le doy mi tiempo al jardín. Luego hacemos los deberes con los chicos… Hablamos de lo que ocurre en el mundo, me preguntan”, relata como resumen de lo que es un día cualquiera en su vida.
Sin tiempo para el amor
Sus vástagos son “el gran amor de su vida”. No tiene tiempo para nadie más. No está interesado en compartir intimidad con otra pareja, ni en conocer a otra persona que le pueda ofrecer esos momentos de romanticismo. Todo este relato tan propio de San Valentín acabó en el momento en el que rompió con su último amor, en este caso, Nacho Palau, con quien formó una familia.
Este nuevo Bosé del que él habla, el que tanto trabajo le ha costado deconstruir, busca desvincularse, por completo, del que fue un día. “No quiero saber nada de lo que pertenezca a ese Bosé que tanto problema me ha traído. Estaba todo muy ligado al personaje al que yo culpé. Cuento siempre la historia de cómo un día me dije a mí mismo: “Tú, maldito, tú que tanto me has dado, me has destrozado la vida”. Entonces descompuse a Miguel, lo esparcí para que sintiera que su poder era nulo”.
Este Bosé anterior, al que culpa de su malestar y al que llegó a odiar profundamente, yace enterrado y, para conseguirlo, se alejó de todo lo que había representado. En esta huida, también se incluye su marcha fuera de España, a la que dice, algún día volverá, pues se siente muy “patriota”.
Para conseguirlo, se centró en “cuidarse y quererse”, algo que, asegura, nunca había hecho antes en su vida. Para ello se apoyó en un psicólogo, otra persona que le ayudó a profundizar en sus creencias más espirituales y, por supuesto, su familia. “Ahora es lo más importante de mi vida. Y mira que están tratando de destruirla, la están atacando por todos los lados. La familia no es solo unos padres, unos hijos, unos hermanos, unos abuelos… Es más que todo eso. Es epigenética, es sanación. Es fortaleza”.