Ring ring. “¿Doctor Ramón Vila Rovira?” “Sí”. “Acabo de leer a Andrés Guerra, en La Vanguardia, contando que tu mujer, perdón, tu ex mujer la doctora Montse Folch, tiene nuevo novio. Jaume Llauradó, el empresario”. Silencio. Yo: “¿Cómo te va la vida a ti, Ramón?”, “Bien”. “¿Qué? ¿Operando famosos?” (risas), “ahora precisamente estoy en Sevilla dando una conferencia sobre longevidad y antiaging”. “Este… ¿Estás enamorado?” (esto es valor y no lo de ir a Siria), “actualmente no tengo pareja”. Otra pausa, carraspeo, voz alegre, “estoy libre y feliz”. Yo recuerdo a una dama rubia y atractiva que le acompañaba a las fiestas de la sociedad barcelonesa recién separado, hace unos meses, y le suelto, “pero, has tenido novia o novias ¿no?” “sí, por supuesto, pero ya sabes que yo llevo estas cosas con discreción” (nótese que no aclara si han sido una, dos o treinta). “¿Libre, entonces?” “Libre”. Señoras, no amontonarse. Voy dando número. Razón, aquí, ¡en Lecturas!