Lo volví a ver en Marbella al cabo de un par de años, ya casado con Mila Ximénez, con su hija, Alba, de pocos meses. Dirigía el Club Puente Romano y las ‘celebrities’ hacían cola para jugar con él. Yo le decía: “Mira todo lo que te ha dado el tenis”, y él me contestaba con humor y cierta chulería: “Más le he dado yo, el tenis no hubiera llegado tan lejos en España si no hubiera sido por mí... Es verdad que sin el tenis hubiera sido tan humilde como mi propia familia, pero cuando gané Wimbledon puse a España en el mapa del deporte y esto ha generado dinero y reconocimiento para todos”. Los Santana eran la pareja más emblemática y glamurosa de la Marbella dorada. En las cenas, los señores más encopetados querían sentarse al lado de Mila, desde don Juan de Borbón, que le susurraba piropos con voz enronquecida, hasta el barón Thyssen, con evidente alarma de Tita Cervera. Aunque a Mila, una persona más profunda de lo que aparentaba, de vez en cuando se le cruzaban los cables. “Si me sientan al lado del príncipe Alfonso de Borbón, ese tío sieso, somos capaces de estar dos horas sin intercambiar palabra, porque, si él no me habla, yo tampoco”, me confesaba. Santana era todo lo contrario a su mujer, tranquilo, sencillo, atento... No bebía ni fumaba, aunque era la imagen de una marca de tabaco y tenía que posar con un cigarrillo entre los dedos. Se quejaba de la fama de frívolo que le habíamos dado los periodistas: “Cuando he estado suelto me han gustado las mujeres como al que más, pero mientras estuve casado con Fernanda, desde que lo estoy con Mila, no he mirado a otra...”. Le preguntaba si seguía enamorado de ella, porque notaba en Mila cierto cansancio y desapego, pero él se extrañaba:“¡Qué preguntas me haces! Cada día la quiero más. Mira, ayer fuimos a cenar con Felipe González y su mujer, solos los cuatro. Yo soy un tipo soso, pero no sabes lo que se rieron con Mila. Bailaron sevillanas, contaron chistes, estuvimos hasta las tres de la mañana y porque nos echaron del restaurante... Al día siguiente me llamó Felipe y me dijo que era el día en que se habían divertido más desde que era presidente”.