El hábito hace a los reyes

7 de enero de 2016, 13:47

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Menuda han montado en algunos ayuntamientos cambiando la indumentaria y hasta el sentido de la cabalgata de los Reyes Magos. A los pobres Gaspar, Melchor y Baltasar les han quitado la capa de armiño y a algunos hasta los han convertido en reina. Los reyes de Oriente debían ser los únicos que aún conservaban los atributos y se han quedado en nada.

A los únicos reyes de mentira se les ha tratado peor que a los de verdad, pues si comparamos a los monarcas de hace un siglo con los actuales, muchos parecen haberse convertido en mendigos pero ese ha sido el precio de su supervivencia. ¿Nos gusta o no nos gusta que los reyes se disfracen de reyes? pues depende. En su coronación el rey Guillermo de Holanda llevó una capa de armiño pero era falsa ya que en 1948 un modisto  llamado Erwin Dolder recibió el encargo de la entonces princesa Juliana, abuela del actual soberano, para que restaurara la original pero el muy cuco se quedó con la pieza histórica y la sustituyó por otra hecha de terciopelo y con trozos de armiño procedentes de viejos abrigos.  Ni la reina Juliana, ni su hija Beatriz se dieron cuenta del engaño que se descubrió en los años 80 cuando se supo que tiempo antes Dolder, jubilado y arruinado, había intentado vender la original.

También la reina Isabel de Inglaterra luce su capa real en ocasiones solemnes como la apertura del Parlamento, la única ocasión en la que también se coloca la corona imperial que cada año se saca de la Torre de Londres donde se guarda el tesoro real.

También luce capa y corona el rey de Suazilandia, Mswati III, pero no hay que tenérselo en cuenta porque le gusta mucho disfrazarse y también casarse ya que lo ha hecho con 14 mujeres a las que elige entre una competición de vírgenes. Suazilandia es un pequeño país africano situado entre Mozambique y Sudáfrica que durante años perteneció a la corona británica, de ahí que su reyezuelo imite, al menos en lo de la capa, a Isabel II.

El resto de los reyes actuales ya ha abandonado el uso de los atributos y símbolos reales. Lo único que queda es el uso de las tiaras y diademas por parte de las mujeres de la realeza pero solo en ocasiones superespeciales y algunas más que otras. Las monarquías nórdicas son muy dadas al joyerío pero solo en fiestas de guardar, cuando se ponen como un árbol de Navidad, incluida la princesa Victoria de Suecia, tan simpática y natural ella pero que en la entrega de los premios Nobel, al igual que su madre, su hermana y su cuñada, no sale de casa sin su tiara, su collar, sus pendientes, sus pulseras, sus anillos y sus condecoraciones incluida una muy cuca con la imagen de su padre, el rey Carlos Gustavo.

En España siempre hemos sido más discretos y más ahora. La reina Letizia solo lleva tiara en las cenas de gala, tanto las que se celebran en España con motivo de una visita de Estado como en las que tienen lugar en otros países monárquicos  más inclinados  a los festejos regios. En marzo, los reyes Felipe y Letizia visitarán Inglaterra en viaje de Estado y, como corresponde, les tocará ir a la cena de gala que le ofrecerá Isabel II en el palacio de Buckingham. Desde ahora lo digo, por favor, ese día la reina Letizia tiene que lucir sus mejores galas y la diadema más brillante para que se vea el poderío de España.

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